EL RINCÓN
Gente de fuera
EL PAPA BENEDICTO XVI está haciendo lo que puede por disminuir el resurgimiento de la hostilidad hacia los extranjeros. En la sinagoga de Colonia ha condenado el régimen nazi, calificándolo de «demencial ideología racista». La visita de su Santidad, que además es alemán, es la primera a una sinagoga de esa nación. Coincide con las nuevas normas dictadas por el Reino Unido, que está dispuesto a deportar a los imanes extranjeros que prediquen la violencia en las mezquitas. Los que presiden la oración canóniga a los musulmanes confunden el sermón con el mitin y predican la intolerancia y el odio, que son cosas que siempre tienen seguidores. Inglaterra siempre ha sido muy acogedora, pero va a variar las reglas de juego después de darse cuenta de que está jugando con fuego. Los atentados terroristas siempre hacen retroceder a la virtud de la hospitalidad. En España, acabamos de superar la plusmarca de turistas extranjeros con 31,4 millones de visitantes hasta julio, pero después del monstruoso atentado de Atocha miramos a algunos de otra manera y a otros ni los miramos porque no los podemos ver. La hostilidad no es caprichosa. Hay que tener en cuenta que en nuestras prisiones, seis de cada diez nuevos presos son extranjeros. El rencor étnico y religioso va a ser protagonista de este siglo, si es que Dios y Alá no lo remedian. Tendrían que ponerse de acuerdo. Al fin y al cabo, todos somos extranjeros y hemos venido a pasar una temporada en este planeta dificultoso. La muerte nos hará de la misma nacionalidad. Incluso seremos todos paisanos.