LA VELETA
Diálogo de sordos
LA MAYOR PARTE de los ciudadanos, probablemente, nos quedamos perplejos después de escuchar el mensaje del tal Pernando Barrena, Pernando con P, dirigente de Batasuna y orador final de la manifestación del viernes en Bilbao, cuando emplazaba a Rodríguez Zapatero a sacudirse la presión de la derecha reclamando, a cambio, contrapartidas que podría hacer a la propia Batasuna. Zapatero daba respuesta pocas horas más tarde al ininteligible mensaje batasuno con el estribillo que viene proclamando desde hace meses: Lo único que debe hacer ETA es dejar las armas. ¿Asistimos al mismo diálogo, o somos perfectamente ajenos a lo que pudieran traerse entre manos ETA-Batasuna, de un lado, y el jefe del Gobierno de Zapatero y alguno de sus compañeros de partido en Euskadi, en la otra parte? ¿Qué sentido tiene que Batasuna, en la voz prepotente y chulesca de don Pernando, con «p», se ofrezca para garantizar contrapartidas al jefe del Gobierno de España? ¿Qué contrapartidas pueden ofrecer Batasuna, o la propia ETA, a quien les dirige una y otra vez idéntico mensaje: Abandonad las armas, dejar la práctica activa del terrorismo, y a partir de ahí, tras ese anuncio formal y definitivo, ya hablaremos. Todo permite suponer que en los meses siguientes deberá irse disolviendo la masa grisácea que todo lo envuelve en Euskadi, y que viene haciendo confuso cualquier movimiento, presumiblemente hacia la pacificación, en los últimos meses. En todo caso, lo que parece quedar en evidencia es que si existe alguna clase de diálogo entre las partes -el Gobierno de Zapatero y ETA-Batasuna-, choca con la dificultad de su «marco estable» y de que no disponga de unos interlocutores permanentes y creíbles. Si los grandes mensajes etarra-batasunos deben percibirse prestando atención al orondo orador Barrena, broche final de una manifestación que el gobierno vasco consiente, y que al PP le permite decir que Zapatero hace dejación de funciones al no impedirla, quiere decir que sigue con toda vigencia la clandestinidad y medias palabras a las que ETA se ha acostumbrado en los cuarenta últimos años, por más que su brazo político haya disfrutado de libertades casi plenas, incluidos los presupuestos del Estado español. Es evidente que Batasuna se niega a regresar a la ilegalidad y tampoco parece claro que el Gobierno vasco esté por la labor. Y en cuanto al Gobierno de Rodríguez Zapatero, deberá aclarar si se regresa a la situación anterior a la Ley de Partidos, cuando Batasuna disfrutaba de libertad de acción, de grupo parlamentario, y de docenas y centenares de alcaldes y concejales propios.