Diario de León

EN EL FILO

Rajoy mira a las urnas del 2008

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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RAJOY SABE el número de votos que hay en el depósito del PP y, por experiencia propia, los escapes que se van abriendo en las reservas electorales de los gobiernos de turno. Falta mucho tiempo para las elecciones generales de 2008 y algo menos para atravesar el campo minado de las municipales y autonómicas de 2007, pero cuanto antes se preparen esos exámenes ante el tribunal de la ciudadanía, tanto mejor. El presidente popular habría analizado este verano la realidad política desde ese inmovilismo que viene atenazando al PP. Los partidos, por muy desorientados que se vean, siempre acaban aferrándose al clavo del pragmatismo para salir del desierto, y transcurridos ya dieciséis meses desde que las últimas elecciones generales enviaron al PP a la oposición, va siendo hora, habría pensado Rajoy, de ofrecer a la sociedad un nuevo semblante y nuevos propósitos, no tanto para conservar su clientela como para ampliarla, recuperando una parte del centro sociológico que dio la espalda a la continuidad más bien dogmática del pasado popular. No parece una tarea imposible, ni siquiera difícil, la que desearía emprender Rajoy a partir de la convención de febrero, pues al rearme del PP podría acompañar simultáneamente un decaimiento del Gobierno socialista. Varios dirigentes populares intuyen, o más bien desean, que al presidente Zapatero se le acabe la cuerda antes de tiempo, es decir, antes de 2008, por encalladura de alguno o algunos de sus proyectos esenciales, como las reformas estatutarias. ERC podría romper la baraja del Gobierno tripartito de Cataluña, abandonándolo, pero a costa de aliarse con CiU en una coalición alternativa, lo que tensaría notablemente las relaciones entre la Generalitat y Madrid hasta el punto de hacer inviable un nuevo estatuto que no se hubiera desprendido de cualquier exceso soberanista. Esa hipótesis, que se antoja real en los despachos del PSOE, tranquiliza en La Moncloa, desde donde se observa el futuro con más confianza de la que carecen muchas críticas, a menudo fundadas, al Gobierno. Podría suceder que una ruptura del Gobierno catalán no produjera un cambio de alianzas, es decir, una coalición ERC-CiU, sino algo más razonable: elecciones anticipadas. Y ahí se vería todo un equilibrio de desgastes, empezando por el PSC de Maragall, que mostraría una serie de incapacidades, siguiendo por ERC, que perdería su débil imagen de partido fiable para una gobernación compartida, y terminando por CiU, que si no se atrevió a proponer un nuevo estatuto en veintitrés años, habría zancadilleado el nuevo proyecto en unos meses. Va a ser muy movido este curso político, en el que se espera que Rajoy, al que en su relativa soledad no habrá de faltarle la compañía del pragmatismo, logre desencadenar del pasado al PP y ofrecer una nueva imagen del partido.

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