Diario de León
Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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SI A MUCHOS les indigna que a la violencia de ETA se le tilde de violencia política o a la de los estadios de violencia deportiva, por considerar que el uso de la violencia es incompatible con la política y con el deporte, habrá que proponerse dejar de aludir a la violencia que el varón demenciado ejerce contra la mujer con la expresión violencia de género. No hay tal; la violencia es un género en sí mismo, uno solo. La violencia es, en efecto, incompatible con la política y con el deporte, pero mucho más incompatible es, si cabe, con el amor o con cualquier relación entre personas. Del análisis somero de los cuarenta asesinatos de mujeres en lo que va de año, se deduce que la copiosa batería de leyes y disposiciones específicas dictadas contra la violencia de género falló lamentablemente, como si al situar el inmundo y aberrante crimen que perpetra el varón asesino contra su compañera en un subgrupo delincuencial, y no en el plano general del crimen, se hubiera dejado un resquicio, un área inmensa más bien, a la impunidad. Las características particulares de esa violencia la hacen previsible y detectable antes de que el cobarde perpetre el crimen irremediable, y es sobre esos anuncios visibles y escandalosos que anuncian la muerte sobre los que hay que actuar para desactivarlos a tiempo. Esa violencia que sufren las mujeres y que nos llenan de oprobio y de dolor a todos no es, y por eso no hay que llamarla así, violencia de género. La violencia la lleva dentro el asesino desde hace mucho, desde la infancia en ocasiones, y es ahí, y no al féretro en el que descansa la víctima, donde la Justicia debe mirar.

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