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DESDE LA CORTE

Dos líderes y el cambio del mundo

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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AYER COMENZÓ oficialmente el curso político. Lo hemos visto en esas imágenes de los dos grandes partidos nacionales, que iniciaron la actividad como saben hacerlo: con una reunión. Los dirigentes de PP y PSOE se han reunido, quizá para saludarse ante las cámaras, o quizá para mostrarnos lo morenos que vienen de las vacaciones. Daba gusto verlos tan sonrientes: se nota que no pagan la gasolina de su bolsillo. Y tan relajados: se nota que a ninguno de ellos se les quemó ningún monte este verano. Y vestidos sin corbata, como mandan las normas de las folklóricas: arreglados, pero informales. Hablando de vestuario, algún día, cuando tenga más tiempo, le diré cariñosamente a Mariano Rajoy que el líder de la derecha no puede dejar retratarse así, con esa camisa de leñador desgarbado, que parece un sindicalista venido a menos. Pero hoy, día de bienvenida, me corre más prisa hablar de los grandes mensajes con que los dirigentes políticos han querido comenzar el curso. Uno es del propio Rajoy, que ofrece como gran hallazgo el sagaz descubrimiento de que «el mundo ha cambiado». Otro, del presidente Rodríguez Zapatero, que dijo ayer: «No tenemos que lidiar las reformas, porque las reformas son nuestras». Bien mirado, Rajoy parece Saulo que cae del caballo y detecta que esto ya no es lo que era. Y Zapatero está tan imbuido de cambio, que se considera el autor de las transformaciones que ha sufrido y va a sufrir el mundo. Ignoro cuándo habrá llegado a esa conclusión el señor Rajoy, o en qué fecha sitúa las variaciones del universo. Lo de ZP está más claro: un hombre que legalizó los matrimonios gays y abrió la compuerta de las reformas nacionalistas se considera el eje sobre el que se mueve la tierra. Como diagnóstico, no es ninguna anécdota. La confesión de Zapatero tiene todo el aire de una huida hacia delante. Reclama la paternidad de las reformas en marcha, porque hizo de ellas el epicentro de su política. Sueña con un nuevo modelo de estado y una nueva sociedad. Un frenazo en Cataluña o una detención de las modificaciones constitucionales serían su fracaso como gobernante. Por eso es el hombre de la bicicleta que necesita pedalear para no caerse: «Las reformas son nuestras». Sacarlas adelante será su éxito o su fiasco. La confesión de Mariano Rajoy, en cambio, anuncia un proceso de acomodación de su partido a una nueva realidad. ¿Cuál será? ¿El abandono del aznarismo? ¿Una actitud más transigente de la derecha ante los cambios sociales? Es la incógnita del Partido Popular para los próximos tiempos. Suena como el primer tono de una nueva etapa fundacional. Lo único claro es que el cambio del mundo al que Mariano Rajoy quiere o necesita acomodarse no es el mismo que el de Rodríguez Zapatero. Ahí está la emoción.

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