Diario de León
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JOSÉ CAVERO
León

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NO CABE DUDA de que, en buena medida, el nuevo curso político podría quedar marcado por el encuentro anunciado para el próximo lunes por la mañana entre el jefe del Gobierno y el principal dirigente de la oposición, Zapatero y Rajoy, respectivamente. Cada cual desde sus particulares posiciones y puntos de vista de los problemas pendientes, establecerán aquellas materias en las que podrán cooperar o en las que marcarán las mayores discrepancias. De momento, el PP asegura que llega a La Moncloa ofreciendo al PSOE pactos en cuatro grandes asuntos del Estado, sobre terrorismo, estatutos, educación y exteriores. ¿Quiere o puede el PSOE abrirse a la cooperación en esas materias? El PSOE gobierna gracias a los votos de su propio partido, en sus variantes nacional y catalana, y gracias a los votos de ERC y de IU-IV. Y también a todas esas siglas debe una cierta lealtad. Zapatero y Rajoy se han encontrado en repetidas ocasiones, y muy a menudo Rajoy expresó, tras la conversación, la desilusión que su interlocutor le había proporcionado. En la ocasión en la que Rajoy salió más animoso y hasta entusiasmado de La Moncloa, tras haber pactado cooperación en asuntos cruciales, pudo comprobar que «de lo dicho, nada». Pero deberá recordar que el PP se empecinó en no dar por buena la composición de los comisionados que el PSOE determinó para avanzar en esas materias. ¿Desde cuándo una de las partes, la opositora, establece la composición de la parte contraria en una mesa de negociación o de diálogo? Aquel encuentro quedó convertido en encontronazo, y así ha venido siendo el curso pasado. Todavía esta misma semana, Rajoy enumeraba los «desaguisados» de Zapatero: le culpa del caso Roquetas, del incendio del Alto Tajo, del accidente de Afganistán... Ahora, el PP dice que quiere cambiar su forma de hacer oposición, y que al «no por sistema» pretende añadir la alternativa a lo que el PSOE hace o plantea. Pronto veremos si hay algo de cierto en ese propósito de enmienda que anuncia el primer partido opositor. Posiblemente ha llegado el PP a la conclusión de que gobernar desgasta, pero limitarse a discrepar desgasta todavía más. Incluso en sus propias filas, si tenemos en cuenta el descontento que Josep Piqué expresó con los modos de hacer oposición de «los dos puntales» de Rajoy, Acebes y Zaplana. O sea, de los tres jefes máximos del partido opositor. Por lo demás, es perfectamente consciente el PP de que su entendimiento con ERC e IU le impide acuerdos paralelos con la primera fuerza opositora, enemiga profunda de esos partidos «menores» pero muy determinantes de la política vigente.

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