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TRIBUNA

Taller de boxeo e igualdad de oportunidades

Publicado por
GRUPO PROMETEO
León

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DESDE el Grupo Prometeo-Hombres por la Igualdad de León queremos manifestar nuestro total desacuerdo con el Consejo Comarcal del Bierzo por la iniciativa del taller de boxeo para mujeres, que desarrolla dentro de su segundo Plan de Igualdad de Oportunidades. La crítica no es gratuita y queremos, por ello, ofrecer también los argumentos que la acreditan. Un apunte introductorio ayudará a delimitar y comprender mejor nuestro punto de vista. La crítica y fundamentos que aquí se apuntan deben entenderse desde la perspectiva que nos corresponde como grupo de hombres que luchan por la igualdad entre hombres y mujeres, amén de como ciudadanos. Sin embargo, tampoco se pueden ignorar las coincidencias evidentes de esta crítica con otras manifestaciones realizadas al respecto desde múltiples y variados ámbitos sociales, políticos e institucionales, lo cual viene a confirmar el rechazo generalizado a la iniciativa apuntada. La sola idea de un taller de boxeo como estrategia para la igualdad de género nos parece ya, de entrada, un despropósito. Superada la incredulidad inicial, el primer pensamiento lógico que provoca la noticia se orienta a las personas responsables de la iniciativa, y la conclusión es que o ignoran lo que es el boxeo, o tienen una idea muy peculiar (acaso ninguna) de la «igualdad de género». Queremos descartar que sean ambas cosas. ¿Puede saberse qué tipo de igualdad es la que se pretende? Según informa el propio Consejo Comarcal en su anuncio del Taller de Boxeo, éste se integra dentro del programa Olimpia «destinado a fomentar la práctica del deporte entre las mujeres e incrementar la representación de ellas en las modalidades reservadas tradicionalmente a los hombres». ¡Vaya por Dios! Y no había otro deporte más a mano (valga la redundancia) que uno consistente en enfrentar a dos personas golpeándose a puñetazos. A estrategias como esta, nuestro insigne filósofo J. Antonio Marina denomina predicar un «igualitarismo por descabezamiento», lo cual dista mucho del concepto de igualdad de oportunidades reconocido académica, social y políticamente. Por otro lado, la igualdad de oportunidades debe ser considerada dentro de un código ético de valores universalmente adoptado. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, son los valores que «se refieren a la vida, la salud, la justicia, la libertad, la igualdad, el respeto a la diferencia y la paz.» ¿Alguien puede pensar que el boxeo (femenino o masculino) contribuye especialmente a fomentar alguno de estos valores? Más bien podríamos considerar que alienta algunos contravalores y especialmente el de la agresividad. ¿Es esa la igualdad que se pretende fomentar entre mujeres y hombres? Creemos sinceramente que sería un disparate. Y, por ello, nos permitimos sugerir una estrategia opuesta: fomentar actitudes más tiernas, sensibles y pacíficas en los chicos y hombres. Los cambios que hoy afectan a la sociedad ponen de manifiesto que es necesaria una educación en valores, en donde se destaquen aquellos que favorecen y hacen posible una vida más humana, valores capaces de llenar de sentido la existencia y que abran la posibilidad para que se dé una convivencia social más armónica. Dentro de ese contexto ético, la igualdad de oportunidades no puede simplificarse como una igualdad de comportamientos, y menos aún de aquellos más deplorables. La fuerza, la agresividad, la agresión y la violencia han sido desde tiempo inmemorial signos constitutivos de la masculinidad hegemónica y herramientas de dominación. Estamos en contra de ese patrón de masculinidad y, en consecuencia, tampoco podemos admitirlo como punto de referencia para una igualdad entre hombres y mujeres. La antropología ha demostrado reiteradamente que las sociedades que dan menos valor a las virtudes guerreras son también las más igualitarias. No necesitamos más experimentos con iniciativas «innovadoras» que aportan más de lo mismo. En conclusión, nos hallamos ante una estrategia e iniciativa del todo equivocada. Y a ello habría que añadir como factor agravante y de capital importancia, que estamos hablando de una actividad y de una institución financiadas con dinero público, así como de personas dirigentes obligadas a dar cuenta de su gestión y a quienes se puede y se deben pedir responsabilidades. Por nuestra parte, como grupo y como ciudadanos, lo que nos corresponde es pedir al Consejo Comarcal del Bierzo que ponga sus actividades e iniciativas al servicio y beneficio de la comunidad a la que representa. Si en algún caso, como puede ser este, hubiera evidencias de no haber actuado de acuerdo con esos objetivos, habría que solicitar la destitución o dimisión de los/as responsables correspondientes. No se está criticando a la institución como tal y tampoco el Plan de Igualdad o los programas integrados en el mismo, sino de manera específica el taller de boxeo. Pero el valor o la eficacia demostrada en otras iniciativas no pueden servir para justificar o exculpar esta. De igual modo, interpelamos a todas las instituciones con competencias en materia de igualdad dentro del ámbito comarcal de El Bierzo, para que exijan al Consejo Comarcal la rectificación de su iniciativa, y a sus responsables la asunción de las responsabilidades oportunas.

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