El huracán y la opulencia

TODO EL PLANETA ha seguido con preocupación las evoluciones del huracán Katrina . Las secuelas de esta desbordada fuerza natural han sido graves, pero nada comparable a los terribles efectos de las catástrofes meteorológicas que se producen en el Tercer Mundo. Los países opulentos no se libran de un destino que a todos nos iguala en teoría, pero es claro que consiguen defenderse mucho mejor de las inclemencias que los países pobres. La técnica sale en fin en socorro de las sociedades desarrolladas, y ello revela una gran fuente de desigualdad, que, al margen de cualquier demagogia, debe ser uno de los grandes motores del sistema de relaciones internacionales. El mundo no guardará los debidos equilibrios hasta que todos nos enfrentemos igual a la naturaleza desbocada.