Diario de León

TRIBUNA

Constitución, estatuto y leonesismo

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L A CONSTITUCIÓN española que los políticos de la transición pactaron, o, para marcar con más precisión, consensuaron su proceso y redacción, en el ámbito de la territorialidad habla de regiones y nacionalidades. En el Estatuto de autonomía al que fuimos adscritos en su momento los ciudadanos leoneses, además de ser el último en el tiempo autonómico, y su pobre texto un envidioso remedo de otros, se silencia la Región Leonesa. El leonesismo, dejando para otra ocasión el que propiamente es, o atañe al sentimiento, fijaremos nuestra atención en el movimiento político leonesista que, bajo distintas siglas de partidos ad hoc, ha ido perdiendo euforia regional leonesa a medida que el juego político iba adsorbiendo a éstos. O más bien a sus dirigentes. Con el derecho constitucional que nos asistía, y no puede ser democráticamente modificado, por lo tanto perdura, los ciudadanos leoneses manifestamos preautonómicamente, y seguimos pidiendo, nuestro opción para elegir destino autonómico. Se nos hurtó el referéndum entonces, y con lo del mapa autonómico cerrado ahora, se nos sigue negando ésa posibilidad decisoria. Los autonomistas del ente preautonómico, para Castilla y León crearon una región castellanoleonesa, sin refrendo popular. Englobaron a nueve provincias, sin diferenciación alguna de la doble regionalidad de su origen, y sin explicar nunca, pues echa por tierra su plan homogeneizador, a qué León aluden en la denominación de la comunidad autónoma. Inventaron un pueblo: el castellanoleonés. ¡Pobre e inconsistente pueblo al que se bautiza por decreto! Y que, en letra estatutaria, situaron como garante, cuando ni siquiera existía. Ilegitimaba por lo tanto el Estatuto. Por eso, de rondón, y aprovechando la primera reforma estatutaria, cambiaron a otra denominación más acorde: castellano y leonés, pero sin diferenciar ambas identidades. El PP y PSOE autonómicos colocaron la nueva denominación en la letra del Estatuto, sin explicación parlamentaria de sus razones para ello; y mucho menos anunciárselo, por sus fuentes de propaganda, a los pueblos afectados: el leonés y el castellano. Todo un decretazo. La maldad persiste. Los partidos leonesistas, siempre lo hemos dicho, debieron acudir judicialmente donde hubiera sido preciso, incluso, o finalmente al Tribunal Constitucional, tratando de destacar ésa irregularidad, un pueblo inexistente no puede ser garante de nada, a fin de poner en tela de juicio el Estatuto, así viciado desde su origen. A León se le escamoteó, junto a su territorialidad, la personalidad inherente a sus ciudadanos, el componente humano de La Identidad Leonesa. Pues, en los planes autonomistas del ente, era incompatible con el «pueblo único» que se estaban inventando. Con la Fundación Villalar, cuestionada y con razón, acaban de institucionalizar la propaganda dirigida al ciudadano en general, y a los niños y jóvenes en edad escolar especialmente. En éstos puede estar el futuro de la supuesta identidad castellanoleonesa preconizada desde ése núcleo de difusión adulterada. No importa que, para sus fines, haya que manejar la Historia a conveniencia, ya han encontrado a quienes están dispuestos a ello, la cuestión es persistir. Castilla y León es una comunidad autónoma absolutamente despersonalizada. El sentimiento de comunidad que tratan de imponer, en modo alguno puede estar sustentado por aquellos que, no siendo actores (leoneses y castellanos), sino sufridores, además, no comparten empatía, ni tan siquiera una incipiente complicidad. UPL, voz política leonesista, no ha practicado, o si acaso bajo mínimos, la pedagogía del leonesismo, de la leonesidad, o simplemente el ser leonés netamente diferenciado. A pesar de ello, su actuación, aunque tan sólo fuera por presencia, ha sido algo más que testimonial para lo leonés en las Cortes autonómicas, donde, en forzada convivencia, debieron compaginar la defensa política de León desde los sutiles postulados leonesistas. Algo que, o no han hecho bien, o el pueblo no lo ha percibido. Así las cosas, entramos en la segunda y mucho más decisiva Reforma estatutaria. Ni el PP ni el PSOE autonómicos están por la labor de reconsiderar la posibilidad de que León se desmembre del ente. Tampoco, bajando el listón, a diferenciar lo leonés dentro del ente autónomo: regionalidad y personalidad. Ni al menor estadio de reconocer específica y culturalmente la Identidad Leonesa en letra estatutaria. El PP leonés, ¿qué dice? En estos momentos no ha hecho la menor alusión a los derechos constitucionales e históricos de León. ¿Van a ser capaces de dejar pasar la excelente oportunidad reformadora sin dejar claro y escrito qué es León en el ente? El Partido Socialista, en éste último sentido, ya ha movido ficha, aunque con tibia positividad. ¿Un hálito de esperanza? La gran deuda con el Pueblo Leonés se llama referéndum. Y los leoneses, el pueblo, ¿que hacen?. Subsistir anímicamente bajo el estupor al que le han abocado sus políticos, y esperar. Triste sino.

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