Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HASTA LAS FUERZAS ciegas de la naturaleza miran de distinto modo a las víctimas. En el entorno de Nueva Orleans se han vuelto de demostrar durante estos últimos días que tienen una clara preferencia por los negros y por los pobres. Cuando esas dos cosas van unidas, la preferencia se convierte en predilección. «Nos están tratando como a ganado», dicen las primeras gentes que han sido evacuadas de sus refugios sobre las aguas, en las que se acumula basura, miseria y unos cuantos cadáveres mientras en Norteamérica suena por primera vez la palabra «tercermundismo» y la popularidad del reelegido emperador George W. Bush está por los suelos anegados, o bajo el nivel del mar insurgente que le ayudó en su devastación al huracán Katrina . Los supervivientes no saben si reedificar la ciudad o cambiarla de sitio. Trasladarla a un lugar más seguro costaría más de 50.000 millones de dólares, pero quienes han nacido allí, a la sombra dorada de las trompetas, no quieren convertirla en un parque temático. De momento están haciendo balances parciales de los muertos: se cuentan por miles y quedan muchos sin contar. Líderes afroamericanos denuncian negligencias racistas. Los negros pobres han sido abandonados a su mala suerte. Los corresponsales relatan que en las fotografías de las agencias se hacen patentes las distinciones. Si es un negro el protagonista, se trata del saqueador de un supermercado y, si es un blanco el que hace los mismo es simplemente alguien que encuentra alimentos. Condoleezza Rice, que nació en Alabama, cerca de los campos algodoneros donde trabajó de niño Joe Louis, puede convertirse en la Agustina de Aragón de otro tiempo y otros espacio. El principio de la diferencia la vio claro Jomo Kenyatta, el que fuera primer ministro de Kenia: «Cuando los blancos vinieron a África, teníamos la tierra y ellos tenían la Bilbia. Nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados y cuando los abrimos los blancos tenían la tierra y nosotros la Biblia».

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