Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Fernando Alonso

Publicado por
J.F. PÉREZ CHENCHO
León

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ES UN CHAVAL y ya ha entrado en la enciclopedia de hombres ilustres. El piloto asturiano de Fórmula 1, Fernando Alonso, ha sido distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2005. El jurado valoró la «especial dificultad» de la disciplina deportiva que practica para concederle el galardón. También su impacto mediático a nivel universal. En síntesis: el jurado estaba y está convencido que el deporte universal cuenta con un nuevo genio. Y ese genio se llama Fernando Alonso. Ha ganado esta temporada seis grandes premios y está en la antesala de proclamarse campeón del mundo. Tiene sólo 24 años y ya es el más joven Premio Príncipe de Asturias. Y puede serlo -asi con total certeza- el más joven campeón de fórmula-1, desbancando al mítico Emerson Fittipaldi. La ventaja de 27 puntos sobre su más directo rival, el filandés Kimi Raikkonen, invita al optimismo, que en el Principado es euforia plena. Casi una orgía de sidra semanal o quincenal. Jamás ondearon tantas banderas azules, con la cruz blanca de Pelayo, en el mundo. Algunos reprochan que el jurado puso el carro delante de los bueyes al conceder el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2005 a Fernando Alonso. Es discutible. Yo sostengo que se lo han otorgado por la convicción absoluta de que estamos ante un genio. Al fin y al cabo, ¿qué es la genialidad?. La respuesta es muy concreta: hacer fácil lo que para otros resulta imposible. Y Fernando Alonso pilota un bólido en los circuitos a superior velocidad que despega un Jumbo en las pistas de los aeropuertos. El otro factor a su favor lo miden los impactos mediáticos. Hasta en los pueblos mínimos, esos que se abarcan con una sola mirada subidos a una silla, siguen con fidelidad sus proezas. ¿Acaso no es increíble que hayan visto su última carrera en Monza más telespectadores que el partido de fútbol de la selección española? Lo que han dado en llamar «alonsomanía» es una realidad social. Todos los candidatos merecían el galardón. El más alto que se concede en nuestro país y uno de los más prestigiados del mundo. Lo merecían campeones del vértigo sobre dos o cuatro ruedas como Ángel Nieto y Carlos Sáinz; la candidatura conjunta de cinco futbolistas extraordinarios: Alfredo di Stefano, sata rubia, Pelé, perla negra, Johan Cruyff, tulipán naranja, Beckenbauer, kaiser del área, y Maradona, de quien no está probado si era la mano de Dios o la pierna zurda. Lo merecían también el tenista de la eterna juventud, Andre Agassi; la pertiguista Yelena Isimbayeva, la mujer que más cerca ve las nubes desde un estadio; el piragüista gallego David Cal, doble medallista olímpico; Fermín Cacho, con trayectoria der oro, y Rafa Nadal, tenista imbatible en tierra y con mucho que mejorar sobre otras superficies. Todos, sin exclusión, podrían colgar con orugllo el título de Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2005. Pero el elegido por el jurado y por los dioses ha sido Fernando Alonso. Sucede a otro genio del atletismo: el marroquí Hicham El Garrouj. Fenando Alonso es un chaval y ya está, digo, en las enciclopedias, aunque aprendió antes a mover un volante que a leer los libros de primaria.

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