Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Conferencia de Presidentes

Publicado por
J.F. PÉREZ CHENCHO
León

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AYER SE CELEBRÓ el sorteo de la Lotería Nacional, en esta ocasión a beneficio de Cruz Roja, en el Auditorio de nuestra ciudad. Los niños/as de San Ildefonso cantaron los números premiados. Tienen voz de ángel cuando coincide con el décimo que uno lleva en la cartera. El bombo otorgó un total de 84 millones de euros. Calderilla si comparamos esas cantidades con las cifras mareantes que se barajaron en la Conferencia de Presidentes para atajar el déficit sanitario y proyectar la financiación, actual y de los próximos años, de la sanidad pública. Acudieron a la convocatoria del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, todos los titulares de los Ejecutivos autonómicos. Era de esperar. El fin último consistía en recibir oxígeno económico del Estado. Y ya se sabe: las autonomías son más expertas en ordeñar las tetas del Estado que en gestionar eficazmente sus recursos propios. La atención política y económica, o lo que es lo mismo, la posible rúbrica del Pacto de Estado para la sanidad, la concentró en exclusiva la Conferencia de Presidentes. Todos los ojos miraban ayer al Palacio de la Marina, sede del Senado. Una negociación, según los medios informativos que cubrieron el desarrollo de la misma, compleja, tenaz, difícil. El Gobierno triplicó su oferta incial de 500 millones de euros, hasta situar la cifra por encima de los 1.600 millones de euros anuales, más otra cifra extraordinaria adicional superior a los 2.600 millones para los dos próximos años. Rodríguez Zapatero ofreció estas cantidades en la certeza plena de que ninguna comunidad autónoma podría rechazarla. Superaba incluso a la demandada por las comunidades gobernadas por el Partido Popular, entre ellas la nuestra de Castilla y León. Según estimaciones del propio consejero de Sanidad, a Castilla y León le corresponderían unos 240 millones de euros anuales. Estas son, a groso modo, las grandes líneas económicas. Carezco de la informción suficiente para entrar en detalle. Quizá lo haga cuando chequee todos los apartados. Me aseguran desde Madrid que la negociación fue casi un puro ejercicio de tratantes. Nadie daba el brazo a torcer. Hasta el Rey tuvo que esperar para ofrecer el almuerzo a los asistentes a la Conferencia de Presidentes. El PP podía aceptar los términos económicos, pero de ninguna manera estaba dispuesto a facilitar el éxito político a José Luis Rodríguez Zapatero. No podía evitar la foto general que tanto le reprocharon al presidente, pero sí impedir la rúbrica del Pacto de Estado. De ahí que mientras Zapatero hablaba de consenso final, Mariano Rajoy, a lo gallego, aseguraba que «eso está por ver». Ya se sabe que la obstinación es un defecto político de primera magnitud. Tanto en el acierto como en el error. Hoy por hoy, los populares están, no todos, obstinados en una dinámica de frontal rechazo. La lidera el ex presidente José María Aznar, como ha quedado probado, una vez más, en sus declaraciones a los dos grandes periódicos bonaerenses: Clarín y La Nación . Aznar continúa promocionando su libro. Y no deja títere con cabeza cuando habla del Gobierno socialista. Visiona un catastrofismo que sonroja.

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