Dos y dos

HE ESCRITO AQUÍ en numerosas ocasiones sobre la alta consideración en la que tengo al Archivo de la Guerra Civil, donde he podido encontrar importantes documentos. El Congreso aprobó la devolución de los documentos requisados en su día por el franquismo a las instituciones catalanas. Ya no es tiempo de polemizar más sobre pertenencias y destinos. Lo preocupante no son unos papeles de nuestro pasado histórico colectivo, que pueden ser consultados aquí o allí, sino la sensación cada vez más extendida de que los nacionalismos no deben seguir siendo árbitros de la política nacional. Esto es lo alarmante, no tanto la ubicación de unos documentos históricos, que sólo tienen interés para los investigadores y aficionados al estudio de aquella tragedia. Los nacionalistas catalanes quieren construir una historia falsa, ahora también sobre la guerra. Y de ese falseamiento de pasado y presente ¿qué futuro puede salir? No soy alarmista, creo que la sociedad encuentra siempre sus propios mecanismos de compensación, pero lo cierto es que es una cultura en decadencia, y que muchos nacionalistas echan la culpa de todo a la inmigración, así en abstracto, en la que incluyen tanto al marroquí como al manchego. Cataluña ya no es lo que era, ni lo que pretende ser. Y no porque carezca de recursos de todo tipo, sino porque le ha dado la espalda a su larga tradición humanista, al universalismo. Tendrán sus papeles de la guerra, y merecidamente. Pero eso no borrará que Cataluña fue defendida por republicanos españoles. Porque dos y dos son cuatro, hasta en catalán.