Boda de un amigo

ESTE domingo se nos casa Luis Artigue,  columnista de este periódico. Querido amigo, los agoreros te habrán machacado con eso de que la convivencia es muy difícil; tú ni caso, lo difícil es llegar con un sueldín a fin de mes,  hacer un triple mortal sin que se te caigan las gafas o traducir al ruso las canciones del Fary.  Alguna vez lo he escrito aquí, el matrimonio tiene tres pilares: amor, humor y milagro; aunque bien pensado son también los pilares de todo, incluida la numismática, el submarinismo y el noble arte del oboe. Con esos tres ingredientes, más el perejil -tu ya me entiendes-  tenéis matrimonio para todo el siglo XXI, más cuarto y mitad del  siguiente. Vosotros  andáis sobrados. Mañana será el sábado más largo de tu vida,  relájate haciéndote el camino de Santiago, o evádete con una película, con cualquiera salvo con "Novia a la fuga" o "Sé lo que hicisteis la última noche de bodas", que te pondrían nerviosillo.  Ya queda menos. Y  aunque dices que  soy muy clásico, así como el que tiene un defecto perdonable, o atracó un banco en la juventud pero ya se ha regenerado, te diré que vuestro matrimonio me hace muy feliz, porque he vivido con vosotros el fogonazo sagrado. Y  hasta puede que eche la lagrimilla, aunque juraré que es por el humo del tabaco.   Elena no será tu Troya, sino la gran Itaca de todos tus regresos diarios. Sí, Luis: amor,  humor y milagro. Aquí y en Kurulustán, antes del invento del fuego y cuando ya no haya nada más que inventar.  Es lo que mueve el mundo.  Felicidades.  El corazón ha vuelto a ganar una batalla.