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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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A LOS huracanes, tradicionalmente, se les ha venido poniendo nombres de mujer, pero en los últimos tiempos los meteorólogos ya no son tan antifeministas y no identifican las devastaciones con los desastres del amor. Los hombres han logrado su cuota y ya las catástrofes también tienen nombres masculinos. Se conoce que la Naturaleza es unisex. De todas maneras, el huracán que ahora se aguarda lo han bautizado: se llamará Rita. A pesar de ser de segunda división -categoría 2 en la escala Saffir-Simpson- se espera de él un comportamiento vandálico. Los diques reparados después del paso del 'Katrina' quizá no aguanten la furiosa ofensiva del tifón. En vista de eso, han crecido en Norteamérica las críticas a Bush. Los votantes se han dado cuenta de que no era Sadam Hussein el que almacenaba armas de destrucción masiva, sino el viento. En algunos países árabes están convencidos de que los temporales que asolaron el delta del Misisipi son un castigo de Alá. Los que se salvaron, en un plan de emergencia que según Clinton estaba pensado «para las clases medias», le dan gracias a su Dios. Siempre que ocurren desdichas, el pobre ser humano cobra conciencia de su desvalimiento. Unos se imaginan al enigmático Ser Supremo como alguien cruel y vengativo y otros le atribuyen aficiones de socorrista. Como decía aquel grafito de un bar inglés: «Dios no ha muerto, se encuentra bien y trabaja en un proyecto mucho menos ambicioso». Nunca sabemos si interviene en nuestras cosas, pero tampoco sabemos mucho de huracanes. Sólo que van siempre a su aire.