Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Feliz 105 cumpleaños

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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TIENE años hasta en el regazo. Y en todos los bolsillos. En el regazo de una mujer puede acunarse casi todo: hijos, ilusiones, desencantos, risas y lágrimas. Se llama Carolina Fernández Nieto y es la mujer más longeva de Castilla y León. Anteayer, según publicó este periódico, cumplió 105 años. Más de un siglo. Nació en el estreno del siglo XX y ha sobrevivido a todas las convulsiones políticas y sociales. A las hambrunas, pestes, revoluciones, repúblicas, dictadura, monarquía y democracia. Carolina es como una hija de los vientos inasibles. Agota sus últimos alientos en la residencia de la Tercera Edad -que no sé si es de la tercera o de la cuarta- Aldeas Betania, con sede en Villarejo de Órbigo. Su vida, quizá más alargada que la de los cipreses, ha transcurrido en la ribera del Órbigo, en la que también se reencontrará con la nada. Con la muerte. Es un caso de suma fidelidad. No conozco mayor fidelidad que la de una mujer campesina con la tierra. Sus arrugas siempre me han parecido surcos, no sé si de alubias o de remolacha. Hoy, tal vez, no es visible la imagen de la mujer campesina de aquellos años degradados. Eran como leonas con pañuelo negro a la cabeza, largas faldas negras, madreñas de madera oscura y ojos sin luz. Lo ha dicho Carolina Fernández Nieto: «Ha sido muy duro vivir huérfana desde muy niña y tener que trabajar toda la vida en el campo». Para redimir a la memoria negra, los tres hijos, siete nietos, ocho biznietos y el personal de Aldeas Betania, así como las autoridades municipalers, se arremolinaron alrededor de Carolina para ofrecerle un homenaje. El homenaje a la mujer que ha resistido las arremetidas erosionantes del adiós. Coincidió el homenaje con la conmemoración del Día Mundial del Alhzéimer. Ella, con 105 años, no está en la nómina de la consciencia vegetal. Aún recuerda el entresaque de la remolacha, la llegada de las plantaciones verticales de lúpulo, los maizales y choperas. Era lo suyo, como hija del campo que no llegó a vivir en la ciudad. De otros pasajes fue mujer de silencios. ¿Qué podría vocear una campesina sobre la Revolución del 17, sobre la República, las dos guerras mundiales o la incivil de nuestro país, sobre la Monarquía o la democracia?. Me cuentan los asistentes al homenaje, que ofició como charlatán y humorista Alfonso «El Mago», que fue una fiesta entrañable. No tengo dudas: Carolina Fernández Nieto disfrutó, dicho en términos coloquiales, «como una enana». Alfonso conoce como pocos el mundo de la última edad. Se gana el pan y el gin-tonic en una residencia de esta naturaleza. Y es algo bárbaro. No me extrañaría que en algún pasaje de su actuación le cantara: «Que lindas piernas tiene Carolina, ni son largas, ni son cortas, ni son gruesas, ni son finas», invitándola a levantar sus sayones negros. Nuestra hija del campo, Carolina Fernández Nieto, 105 años, sonreía como sólo lo hacen las copas de las choperas cuando las acaricia el viento. ¡Feliz 105 años, Carolina! Ninguna otra noticia, política o social, hubiera sido hoy protagonista de este balcón. Su cumpleaños es como una frescura que nos anima.

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