Diario de León

TRIBUNA

Villanueva o la creatividad académica

Publicado por
CÉSAR NOMBELA
León

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LA UNIVERSIDAD DE LEÓN tiene hoy el acierto de investir como Doctor honoris causa al profesor Julio R. Villanueva. Al expresarle mi felicitación quiero hacerla también extensiva a los profesores Salvador Rivas y Carlos Martínez, que igualmente reciben este reconocimiento. Para quienes somos y nos sentimos universitarios, mucha facetas de la «liturgia» académica, por ancestrales que sean sus raíces, cobran importancia creciente en los tiempos modernos. Nada más propio de la universidad, que reconocer el mérito de aquellos cuyas obras tienen facetas de verdadera universalidad. El profesor Villanueva es un verdadero ejemplo de lo que puede dar de sí una persona que aúna talento, coraje y corazón, de los que tan necesitados estamos en nuestro mundo académico. Tras beber en las fuentes de verdaderos maestros -él reconoce especialmente la inspiración del profesor Albareda, de Madrid, y el profesor Gale, Cambridge (UK)- fue capaz de crear un grupo de notable impacto en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid, en los años sesenta. Su irresistible vocación universitaria le llevó en 1966 a obtener una cátedra en la Universidad de Salamanca, en donde lejos de concentrarse en sí mismo siguió inspirando vocaciones para la dedicación universitaria, en todos los casos impregnadas por una inquietud y una preocupación fundamental: la investigación. Sus discípulos siempre sentimos el aliento -también la exigencia- de formarnos y seguir formándonos en la investigación, como un requisito esencial del profesor universitario. Si a cada cual se le ha de conocer por sus frutos, los de Villanueva se materializaron en una escuela capaz de irradiar a numerosos lugares de nuestro paí s. A riesgo de omitir algún caso, no he de dejar de señalar el acceso de personas formadas con don Julio, en Madrid (CSIC) o en Salamanca, a universidades como Santiago de Compostela, Oviedo, León, Complutense, Alcalá de Henares, Extremadura, Valencia, Murcia, Tenerife, etcétera. El efecto multiplicador ejercido por todos estos grupos se extiende mucho más por España y el extranjero. ¿Hacen falta mejores ejemplos de movilidad universitaria, de la que habla cualquier político en estos momentos, pero que tanto la dificultan las normas vigentes?. Sólo a base de determinación, confianza en las posibilidades de nuestro país y esfuerzo cabe alcanzar estos logros. Siempre percibí en el profesor Villanueva un aprecio especial por todo lo que compone el mundo de lo vivo, con su inmensa diversidad dentro de la unidad de los procesos esenciales que se da en todos los vivientes. Recientemente, recibía el homenaje de un centro emblemático a nivel mundial en biodiversidad, el INBio de Costa Rica, que al describir para la ciencia una nueva especie de mosca le daba el nombre de Mesorhaga villanuevi. Se trata de un pequeño insecto recolectado en la falda de la cordillera de Guanacaste, que ha sido consagrado con este nombre por el investigador australiano Bickel. Este pequeño homenaje me parece muy adecuado para quien hoy recibe el reconocimiento de la universidad leonesa. Un maestro universitario es capaz de estimular a sus discípulos, de seleccionar a los más adecuados y respetar su personalidad e ideas, de animar a cada cual a alcanzar las metas más elevadas de las que sea capaz, de exigir dedicación y rendimiento, de comprender las dificultades, de facilitar soluciones, de provocar la autoestima, al tiempo que la visión realista, de guiar, en fin, a cada cual, por el recorrido por el que mejor pueda transitar. Estoy describiendo sin duda, aunque solo en parte, la actuación del profesro Villanueva, siempre acompañado por su esposa, la doctora García Acha, siempre guiado por la amistad de otros académicos que se han sentido sus amigos. Imposible resulta en estas líneas enumerar su acción desde su cátedra, desde el Rectorado de Salamanca que desempeñó dejando amplia huella, desde la Presidencia de la Sociedad Española de Bioquímica y de la Federación Europea de estas sociedades, así como desde tantos ámbitos en los que supo dejar su sello personalísimo. Pero, de lo que no cabe duda es que en su balance final más destacado está el haber creado un grupo de proyección universal en estudios microbianos, bien conocido como grupo o escuela de Salamanca. La enseñanza y la práctica de la Microbiología en España se vieron notablemente influenciados por su actuación, hasta el punto de constituir uno de los territorios de mayor impacto y masa crítica de trabajo en España. Un buen beneficio se ha derivado para la Universidad de León, como atestigua la labor de los profesores Martín, Liras, Gil Santos, Luengo y Naharro que aquí desempeñan su trabajo. Dos institutos mixtos con el CSIC, en Salamanca, son también testimonio vivo, un ejemplo más de la labor de un universitario singular, el profesor Julio R. Villanueva, cuya creatividad académica hoy acertadamente reconoce la Universidad de León.

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