Llega el tsunami

ESTA OLA tan destructiva se origina por un maremoto. Por alta mar discurre a gran velocidad pero apenas se distingue sobre la superficie. Cuando se acerca a la costa tiene lugar el curioso fenómeno de la retirada del mar hacia adentro, varios centenares de metros. Si alguien, por temeridad o ignorancia, se detiene a presenciar tan curioso espectáculo, habrá firmado su sentencia de muerte porque a los pocos minutos llega la ola. Puede tener una considerable altura, pero lo más grave es que impacta a toda velocidad como un muro vertical y arrasa todo lo que encuentra a su paso, comenzando por el incauto espectador que se quedó en la playa. A España ha llegado un verdadero tsunami político. El presidente Zapatero se comportó como el incauto espectador, creyendo que los acontecimientos no llegarían hasta él y no le arrastrarían. En campaña electoral prometió todo a todos. Con los catalanes se comprometió a aprobar sin cambio alguno el proyecto de Estatuto que llegase del parlamento regional. Comenzaron a discutir allí si podrían incluir el término «comunidad nacional» en el preámbulo de aquél. Y Zapatero, con una inconsciencia impropia de un hombre de Estado, dijo en el Senado que el concepto de nación era «discutido y discutible». Consecuencia inmediata: se introdujo en el texto articulado. Se blindaron competencias, como la justicia y los impuestos. Y se introdujo el federalismo, que es un sistema contrario a la Consti tución. Sólo falta delimitar la frontera con una verja. Su propio partido se le ha revuelto, porque algunos no están dispuestos a que a la trágala se dinamite España, que es la patria común,. Y porque no aceptan el fin de la solidaridad entre territorios. El PSOE tiene un verdadero problema y no puede endosárselo al PP. Son ellos quienes tienen que arreglarlo. Un problema de Estado como éste hubiera debido pactarse con la oposición y ZP no quiere -cosa de vísceras- y no puede: se lo impide el acuerdo del tripartito. No soy nada optimista de que al final llegue a imperar el buen sentido: el poder une mucho y perder poltronas y boletín oficial es un riesgo demasiado alto. Mucho me temo que llegarán a una componenda innoble: quitar lo de nación y dejar todo lo demás, o sea, pan para hoy y hambre para mañana. Porque Carod, Más y Maragall (éste de socialista tiene muy poco) no se pararán aquí, irán a por todas. E Ibarretxe, que está esperando. Y Quintana el del BNG, quien ya ha anunciado que también quiere que Galicia sea igual que Cataluña ¿Dónde nos ha metido el presidente?, ¿se da cuenta de que ha emprendido una carrera sin frenos al siglo XI? Si le queda un adarme de sentido común tiene que fajarse y cortar el Estatuto por donde haya que cortar, aunque eso le cueste la legislatura y tenga que disolver las Cortes. Si va contra lo que prometió, no haberlo prometido. Para su consuelo, le brindo una frase del político republicano Joaquín Chapaprieta: «¿Soy acaso río, que no me pueda volver atrás?» Como el espectador, Zapatero sigue en la playa sin saber qué hacer, pero la ola está llegando. Su actitud es pura debilidad. Muy bien aprovechada por Mohamed VI para mandarle otra ola, esta vez de inmigrantes, a Ceuta y Melilla.