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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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LA ACTUALIDAD nacional sigue teniendo dos frentes de primera importancia, el Estatuto catalán y la frontera sur de Europa, en Ceuta y Melilla. En ambas materias se viene produciendo un formidable pulso de un Gobierno que pretende mantener la iniciativa y de una oposición que pretende beneficiarse de los errores del adversario político. Es más visible ese pulso en la primera de las cuestiones, el Estatuto catalán. La pelea del Estatuto proporcionó este jueves tres testimonios de notable interés, a cargo de tres personajes estrella de esta pelea, Zapatero, Rajoy y Maragall. Una vez más, cada medio informativo se inclina por destacar lo que le parece más oportuno o conveniente de cada líder: Zapatero asume que los cambios de la propuesta catalana deberán ser sustanciales, empezando por la definición de Cataluña como nación. Maragall, comprobadas las primeras y en algunos casos furiosas declaraciones contra «su» Estatuto, incluso entre sus propios correligionarios, acepta que será preciso aceptar los cambios que se introduzcan en la tramitación del proyecto. Y Rajoy, que revela que tiene propuestas de sus teóricos adversarios socialistas, algunos de los cuales, en esta hora de batalla, no habrían dudado en situarse en la zona que lidera el PP para ayudar a conseguir que el Estatut descarrile, o sea, que sea devuelto sin más contemplaciones a su origen, el Parlamento de Cataluña, y a sus autores, el cuatripartito catalán. Algún analista ha recordado hasta qué punto Rajoy puede recurrir al juego fuerte, rememorando el papel que le correspondió cuando el Prestige: en una intervención de excepcional dureza en el Congreso llegó a proponer que Jesús Caldera fuera erradicado de la vida pública de manera definitiva... En esta pelea de ahora, Rajoy se ha visto apoyado, sobre todo, por Vidal Quadras, y finalmente, en menor grado, también por Josep Piqué, que parece haber asumido la tarea de quienes suelen ser los lugartenientes del presidente del PP, Acebes y Zaplana, bastante mudos sobre el particular. En materia de Ceuta y Melilla, parece evidente que el gobierno se ha visto presionado a actuar con presteza ante unos acontecimientos altamente preocupantes, con el envío de soldados y legionarios, con el anuncio de otra tercera valla o el reforzamiento de las existentes, con la cumbre hispano-marroquí, y con el envío de la vicepresidenta y su insólito encuentro con los afectados, los subsaharianos que han logrado saltar la valla. ¿Habrá fotos de Rajoy con esos atletas africanos que aspiran a integrarse, pese a quien pese, en la próspera Europa?