Diario de León
Publicado por
VICENTE PUEYO
León

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SE DESCONOCE en qué herbolario puede conseguirse la pócima necesaria para alcanzar el estado de optimismo compulsivo que es imprescindible para salir a la calle convencido de que, pese a todos los pesares, este país, nación, o lo que sea, camina hacia praderas de duradera concordia. Hay quien sí -dichoso él- parece haber encontrado la planta taumatúrgica; más aún, se diría que, como Obélix, se cayó en la marmita de pequeño. A otros, sin embargo, sin más excitación que un café cortado, no nos cuadra lo que ocurre y lo que se dice. Puede ser ya demasiado este galimatías para las estructuras del país, nación, o lo que sea, ave fénix que tantas veces se nos mostró indestructible. Nadie acaba de dar pistas de cómo se traduce ese «todo con España pero sin España» que rezuma el Estatuto catalán. Mucho más claro, aunque no menos inquietante, es el «nada con España pero sin España» que predica Ibarretxe en cuanto tiene una oportunidad: «No se pueden imponer decisiones porque Cataluña y Euskadi no son partes subordinadas a España», dixit el lendakari en su última aparición fuera de sus fronteras. Y la versión gallega está por llegar para acabar la empanada. Dicen que no se meta miedo. No es miedo; es la confusión más primorosa. No saber dónde estamos ni a dónde vamos; cosas ambas que interesan. Pero algo sí está claro: pagaremos muy caro este despilfarro de energías en un momento de la historia en el que lo exigible es la lealtad y la solidaridad, esa solidaridad de rostro africano que nos subraya que lo urgente es la gente y nos reclama sol uciones audaces y generosas. Al final, moriremos con las boinas puestas.

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