Y, sin embargo, se mueve

ALGO se está moviendo. Dijo Rajoy el jueves que conocidos barones socialistas se habían puesto en contacto con notables caciques del PP para frenar el famoso Estatut catalán. Y al día siguiente el manchego Bono fue a renovar la jura de bandera a Jaca (Huesca, donde conspiraba Ramón, el hermano aviador de Franco, contra la República) en vez de asistir al consejo de ministos del viernes. Mientras tanto Chaves, el andaluz, e Ybarra, el extremeño, al que en el partido apodan el bellotari -qué menos con un apellido así en la tierra del jamón de pata negra- largaron en los periódicos lo que quisieron y más contra Maragall, aunque todavía no contra Zapatero, al que se le ve un tanto atocinado. Hay dos teorías. Una, que aquí no pasa nada porque en el PSOE terminará imponiénsose la disciplina de partido, que los más íntimos llaman «la empresa». Y, dos, que Bono, Chaves Ybarra y compañía teman que a Maragall no se le entienda bien en sus respectivos feudos, con lo que para vestir a un santo en la Moncloa y en la Generalitat tendría que desvestirlos a ellos en votos. Los teleñecos del Plus lo explican casi a diario y con muy mala leche, así que debe de ser verdad, porque, encima, son de los suyos. A mayores están las encuestas sobre la caída de popularidad del poder ejecutivo. El Gobierno pide confianza ciega en el estadista Zapatero para la batalla catalana, en tanto que algunos de los suyos opinan como Cromwell mientras parecía que ganaba antes de que le cortaran la cabeza: «confiad en Dios, pero mantened la pólvora seca».