Dos veces

ESCRIBIR del Estatut cuando la gran patria común que es el mundo llora la muerte de más de 30.000 personas en un terremoto, puede parecer banal.  Lo único a lo que puedo agarrarme  para no sentir vergüenza al hacerlo es a que se trata de una preocupación compartida por millones de españoles, a mayores de a quién se vote. A algunos socialistas le gustaría creer que se trata de otra discrepancia de los populares,  pero en el fondo saben que esta vez es más que eso: un proceso de consecuencias imprevisibles. Independientemente de algunas criticas apocalípticas e interesadas, y de que gobernar no es cuestión de agallas, gran parte de la sociedad percibe el Estatut con preocupación y, lo que es peor, como un ataque a la solidaridad entre comunidades.  Sin embargo, cualquier insinuación de que el Gobierno está dispuesto a sacrificar la unidad de España es disparatada. Gordón Ordás decía que ser leonés es ser español dos veces. Igualmente merecen ser rescatadas estas palabras del socialista Indalecio Prieto, también muerto en el exilio: «Mi actitud está dictada por dos amores: el amor a mi España y el amor a mi partido (...) no pongo por encima de los intereses del Partido Socialista los intereses de España; y si alguna vez, aunque no lo espero, estuvieran en pugna, yo serviría los intereses de España, sacrificando los intereses del partido».  Lo importante no es pasar a la Historia, sino el motivo por el que pasas. José Luis Rodríguez Zapatero es de aquí...y, por tanto,  si don Félix tenía razón, español dos veces. Veremos. La democracia o es serenidad o no es nada.