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Publicado por
León

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LA SOCIEDAD británica, con la reina y el primer ministro a la cabeza, ha ofrecido una gran fiesta en un hotel de Londres a Margaret Thatcher, que cumplía ochenta años. Puede alardear Thatcher de haber producido un cambio sin precedentes de cuyas rentas todavía proviene la prosperidad británica que gestiona Tony Blair, su enemigo político. La política, siempre paradójica, ha provocado una llamativa malversación de la herencia de Thatcher: sus epígonos «tories» han fracasado, en tanto el Nuevo Laborismo, de la mano de Blair, se ha aprovechado de las grandes reformas que aquélla impulsó -la laminación de los sindicatos, las privatizaciones, la venta de las viviendas públicas en alquiler a sus inquilinos- para situar al Reino Unido en la senda de la prosperidad.

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