Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

Creado:

Actualizado:

EL IDIOMA castellano es un valor vivo y cambiante que sigue incorporando, al compás del culebrón de la vida en directo, términos como el de «farruquitez», referido expresamente al torbellino de afanes y objetivos triviales en que ha caído este país de cuchufleta. Mientras el mundo se nos cae a pedazos merced a despendolados huracanes, terremotos con muy mala baba e inmigrantes que son tratados a palos y remitidos al desierto para que reflexionen sobre sus acuciantes hambres al igual que los ermitaños bíblicos, en España seguimos dándole a la hipoteca y revolcándonos en el atocinamiento, evidenciando los peores amaneramientos del nuevo rico. No se puede explicar de otra forma la trascendencia pública concedida al enlace nupcial de ese bailaor que ha inspirado el nuevo giro verbal, una especie de hortera episodio satánico merecedor de un tratamiento mediático similar a la llegada del hombre a la luna. El interfecto Farruquito es calificado por algunos como un dios del brinco libre, mientras que otros consideran el visionado de su arte como un excelente sustituto natural para la Dormidina y el Soñodor. Lo único que sabemos a ciencia cierta sobre este danzante es que se le da de maravilla el taconeo, tanto sobre la escena como a pedales de un coche y sin carné, como bien pudo comprobar el anónimo peatón que quedó al paso del émulo de Nijinsky igual que pollo en rifa. Y alentando semejante circo emocional, toda una serie de caraduras que se ganan muy bien la vida con el televisivo tomate o la Ana Rosa de turno, sumiendo al atontado país en el trance de la farruquitez aguda.

tracking