Diario de León
Publicado por
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE
León

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HABRÁ que estar a los resultados, naturalmente, ojo avizor. Pero, por esta vez, y ojalá sirva de precedente, la vieja aspiración de que una Cumbre Iberoamericana sirva para algo más que para promover el cansino «turismo presidencial» del que habló el primer día el perspicaz presidente de Colombia lvaro Uribe, no es pura retórica bienintencionada. O, al menos no lo parece. Aunque en la política de campanario propia de los tiempos mediáticos que nos ha tocado vivir suele ser habitual que lo interesante termine desplazando a lo importante de la escena, esta vez no ha sido así. Tras consumir su «minuto de gloria», las dos noticias en mi opinión simplemente interesantes de la cumbre de Salamanca -la nueva «espantá» de Castro y la para mí felizmente suavizada declaración «antiUSA» con que los ministros de Exteriores de «los 22» abrieron sus trabajos- han cedido el protagonismo a dos o tres acuerdos que podrían cambiar la cara y el destino de Iberoamérica. Empleo el condicional porque, sólo si los 22 reúnen la suficiente voluntad política podremos pasar de las hermosas palabras a los hechos. Sin esa «voluntad», acuerdos tan imaginativos como «cambiar» deuda externa por inversiones en educación, tan de justicia como poner los medios para que los fármacos que curan las enfermedades «curables» lleguen a toda la población, o tan decentes como que ningún tipo de terrorismo nacional o internacional encuentre compresión o cuartel en ninguno de los países de la comunidad iberoamericana, serían simple papel mojado. Los hechos, no las palabras, son los que pueden marcar la diferencia entre esta cumbre número 15 y las 14 anteriores. El tiempo lo dirá, pero, personalmente, el poso que a mí me deja esta cumbre de Salamanca es que, a ambos lados del «charco», por primera vez se dan todas las condiciones para que los puentes de la democracia y la cohesión económica y social empiecen a sustituir al abismo de desigualdades que aun separa las dos orillas de nuestra hermandad iberoamericana. El premio merece el esfuerzo.

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