AL TRASLUZ
Arte de la boina
PILAR del Olmo, la consejera de Hacienda ha invitado a que castellanos y leoneses nos quitemos «la boina provincial». Obviamente, se refería a una boina metafórica, que la otra es la noble corona de campesinos y jubilados. Y es que las hay de muchas tallas y texturas: la boina del localismo y la del centralismo, la de la intolerancia y la del falsa progresía, la de toda la vida y la emergente... en fin, quién esté libre de ella que tire la primera piedra. Ahora está de actualidad la boina del nacionalismo, que algunos llevan calada hasta las cejas, y aún pueden seguir tirando de ella hasta que rompa por el mentón. Castilla y León quizá no seamos una comunidad con estridentes sentimientos de identidad colectiva, pero esa puede ser nuestra fuerza, o mejor aún nuestra sabiduría, si empezamos a ver que el señor de Soria o el de Burgos, pongamos por caso, viaja con nosotros en el mismo barco. Hay que quitarse la boina del quejido por el quejido, y no para cambiarla por la chapela o la barretina. Tiene razón, por tanto del Olmo, pero sería a su vez erróneo no discernir entre el mero protestar sin fundamento y la justa reivindicación, que las hay. Pero esta vez, León se ha llevado la mayor inversión de la Junta, y eso es una gran noticia para la provincia. En la Fundación Vela Zanetti, en una sala dedicada a la pintura de temática campesina se lee: «Pinto hombres con boina, pero no pinto paletos», con la que el maestro de Milagros matizaba la sutil diferencia entre fondo y forma. No se trata tanto de renunciar a ella como de llevarla con garbo.