DESDE LA CORTE
Primera rebelión socialista
COMPRENDO que las penu rias que está pasando don Pasqual Maragall no son de aquí. Como dijo Calvo Sotelo en recordada ocasión, son un asunto «distinto y distante». En mi pueblo dirían: «por mí, que lo zurzan». Pero, aunque sólo sea por el tiempo que le dedican las tertulias -más que a la huelga del transporte- bien merece que nos detengamos un día en su singular forma de hacer una crisis de gobierno. Esta necesidad del cronista se ve reforzada por el hecho de que el PP, además, lo ha convertido en asunto nacional y en munición para seguir disparando contra Zapatero, que lleva una temporada que todo se vuelve contra él. Parece que lo ha mirado un tuerto. Respecto a la crisis del señor Maragall, nunca habíamos visto una decisión tan mal llevada. Si alguien se propone cambiar un equipo, no lo puede hacer con más torpeza. Han sido tales los desatinos que, más que una desastrosa gestión personal, parece uno de los malos farios que están mortificando al Partido Socialista. Miren que Maragall parecía buen político. ¿Por qué se ha torcido su estrella? Sólo encuentro una explicación: porque el president catalán, en el fondo, es una víctima de la personalización política de este país. Se habla tanto del líder, se centra tanto la política en él, que al final se considera el centro del mundo. Y, cuando alguien alcanza esa categoría, funciona como tal: considera que el gobierno es suyo y lo mueve a su antojo, incluyendo entre los antojos una consellería para su hermano Ernest. La importancia de llamarse Ernest. Todo eso, tan humano, tiene un inconveniente: que alguien se puede cabrear. Y aquí se le han cabreado todos, menos su familia: su partido, los socios de gobierno y el resto de los socialistas, que andan como alma en pena preguntándose qué han hecho para merecer esto. Lo más trascendente de esta novela es que el PSC armó el gran lío. Le impidió el ajuste. Y lo hizo en público, ante los micrófonos y por escrito. Y esto ya no es normal. Es una rebelión. Si se arma esa zapatiesta, no es por accidente. Es porque se quiere armar. Y, si se quiere armar, es porque les importa un pimiento desgastar a Maragall. Dicho más crudamente: están dispuestos a prescindir de él. Me parece que eso es lo que hay. ¿Contiene alguna lección para otros líderes? Todavía no lo sé. Pero, si yo fuera Zapatero, no estaría tranquilo. Si el PSC anda en ésas, es por desacuerdo con la gestión de su jefe, llámese Estatuto o labor general de gobierno. Si el PSOE aplica la misma filosofía a quien le llevó al gobierno, pero está perdiendo medio punto de intención de voto por semana, no descarten ustedes nada. En los partidos, como en la vida misma, lo que funciona es el instinto de conservación.