León limita al Oeste

EL CONCURSO para convertir a la vieja azucarera Santa Elvira en palacio de congresos y recinto ferial es un paso crucial para crear la ciudad del siglo XXI. Este proyecto, unido al del soterramiento del ferrocarril a su paso por el casco urbano, conformará dentro de tres años el nuevo León, un reto histórico para el que los responsables políticos deben estar a la altura y no ser timoratos a la hora de concebir la futura estación del AVE. Hay que reconocer que de momento las cosas pintan muy bien. La convocatoria para el proyecto de la azucarera, con invitaciones a varios de los mejores arquitectos mundiales del momento y su adjudicación al genial Dominique Perrault (se puede pasear por su trabajo en www.perraultarchitecte.com ) no hace más que alimentar las ilusiones respecto a su resultado final. La gestión de este proyecto contrasta con la alcaldada que en su día hizo la Junta cuando adjudicó a dedo el museo minero de Sabero, donde se han dilapidado millones durante años para plantearse a estas alturas si sería preferible tirar lo construido hasta ahora o seguir con la obra. La azucarera y la nueva estación permitirán por fin que la ciudad deje de dar la espalda a una buena parte de sí misma. León está hoy limitada por el Oeste, pero si no pierde este tren, desde el 2008 limitará al Oeste con el tercer milenio. El final de El año del francés , la novela de Juan Pedro Aparicio que evoca a su protagonista caminando hacia un supuesto destierro cuando cruza el puente de San Marcos y se interna en las tinieblas del barrio del Crucero, dejará de tener sentido.