DESDE LA CORTE
Vente «pa» España, Josemari
ESO ES lealtad. Eso es cariño. Casi cariño de hijo. Amor político. Veneración. Recuerdo emocionado. Y supongo que también algo de gratitud. Estoy hablando de las palabras que Mariano Rajoy dedicó ayer a José María Aznar y que constituyen, por el momento, la mayor exaltación que se hizo del ex presidente del gobierno. Contienen tal cantidad de reconocimiento y elogio, que el señor Aznar, que se considera injustamente tratado por la historia y por la opinión publicada, le tiene que haber llamado por teléfono y soltado, quizá, alguna lágrima de emoción imposible de contener. Eh, compañeros de oficio, columnistas, tertulianos, analistas y otras gentes de lengua y pluma desbocadas: enterrad de inmediato las invitaciones que hicisteis al gran Rajoy para que se sacudiera la sombra de Aznar de su espalda. Olvidad las sugerencias que le hicisteis de superar el tono aznarista de su discurso. Y usted, Josep Piqué, crítico con los alientos de pasado que ve en su partido, retorne a la realidad que se contempla desde la calle Génova de Madrid: el pensamiento oficial conservador sentencia que, comparado con Zapatero, la figura de Aznar «se multiplica por 150 millones o por el infinito». Es más: cuidado con las posiciones centristas. Nada de lo que ha dicho el señor Aznar, ni la balcanización, ni el cambio de régimen, merecen el menor reproche de la dirección del PP. Se podrá estar o no estar de acuerdo con Rajoy. Yo sólo creo que es coherente: si Zapatero es tan malo como dice, nada más natural que ensalzar al líder que sucedió. Al fin y al cabo, ha sido cinco veces ministro y vicepresidente en sus gobiernos. Creo también que es exagerado: si la figura de Aznar se está multiplicando por infinito, no estamos ante un ser humano, sino ante una deidad que, de puro grande, ya no cabe en el globo terráqueo. Y creo, por último, que si tanta es su grandeza, es una pena que este país tenga una figura así dando conferencias y predicando por el mundo que España se desintegra. Como en la vieja película, hay que iniciar una operación: «Vente pa España, Josemari». José Blanco lo dijo de forma más brusca y partidista: «que le devuelva la presidencia del PP». No pediré yo tanto, que luego la Providencia nos coge la palabra, y los designios del señor (Aznar) son también inescrutables. Pero, francamente, Rajoy tiene que abanderar una operación de repesca de don José María. Andamos tan escasos de líderes, que no nos podemos permitir el lujo de tener desparramado por Europa y América a quien tiene «una idea de España definida». Al fin y al cabo, el señor Aznar ya cumplió la primera parte de su promesa: no estar más de ocho años seguidos en la presidencia. Ya nada le impide volver.