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Publicado por
RAMÓN PI
León

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SANTIAGO Carrillo se reincorporó a la vida española con mucho sentido común, mucho realismo y mucha prudencia. Tras una vida tan pegada al comunismo soviético desde Stalin el genocida, el recurso a la ficción del eurocomunismo le resultó sumamente útil para este salto a la legalidad en España. Su contribución a la concordia y a la cancelación política de la guerra civil fue importante: desnaturalizó al Partido Comunista de España, incompatible con cualquier democracia (lo que acabó costándole la secretaría general), y a cambio de este servicio a la convivencia muchos millones de españoles decidieron olvidar el pasado de este personaje singular, listo, superviviente, socarrón y con tanta facilidad para hablar como necesidad de callar. Ya en el ocaso de su vida, se ha encontrado con que unos cuantos insensatos han decidido resucitar el guerracivilismo , desenterrando cadáveres y falsificando la historia que todavía tiene testigos vivos. Carrillo, naturalmente, tenía que aparecer en este ejercicio de moviola, lo que no le ha gustado nada, y ha reaccionado de la peor forma, despertando al stalinista que le dormía dentro y desempolvando los rancios insultos, dirigidos ahora contra Pío Moa y César Vidal, a los que ha calificado de «confidentes del régimen de Franco», porque el uno ha pulverizado la manipulación histórica de la guerra civil, y el otro ha ofrecido un recuerdo bastante completo de lo que ocurrió en Paracuellos del Jarama en 1936. Triste, penoso final, que no mitigará el grotesco doctorado honoris causa que le ha otorgado la Universidad Autónoma de Madrid después de un bochosnoso espectáculo en las puertas.

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