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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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A MÁS DE UN OBSERVADOR le habrá llamado la atención la cautela y el silencio que han venido manteniendo los dirigentes políticos vascos, en particular los nacionalistas, durante todo el gran embrollo del Estatuto catalán. Prácticamente desde que fuera rechazado por el Congreso y devuelto a sus orígenes el conocido como Plan Ibarretxe, no se había sabido más de aquellos planes y propósitos del lendakari y su grupo. En su momento, se limitaron a felicitar al Parlamento catalán por el texto aprobado y remitido a las Cortes Generales, y sólo estos últimas días han vuelto a dar señales de vida, para recordar que lo suyo sigue ahí, y sigue estando en el punto y en la forma en que quedó aplazado, pero no resuelto. El lendakari, en primer lugar, ha recordado que su plan sigue teniendo validez, y en la misma línea se ha expresado el documento divulgado este sábado por el presidente del PNV, José Jon Imaz, al mencionar la necesidad de que se determine «el cómo y el cuándo» de los vascos en su siempre presente aspiración a ejercer el derecho a su autodeterminación. No hay duda de que los nacionalistas vascos observan con detalle los avatares de la propuesta de reforma del Estatuto Catalán, y la comparan con los que padeció su propia propuesta de reforma del Estatuto Vasco, que ni siquiera se llamaba de ese modo, pero que también superó el trámite del Parlamento vasco. Saben los nacionalistas vascos que lo que acontezca con el texto catalán tendrá de aplicación probable para su propio futuro Estatuto. Es decir, la aceptación a debate, una vez que consiga una mayoría mucho más cualificada de votos entre las fuerzas vascas, no limitadas a las nacionalistas, y en esa siguiente tramitación, la observación detallada de un articulado que deberá ceñirse a lo que determina la Constitución vigente. Sin duda, en los partidos políticos se han analizado con detenimiento y detalle los mensajes que el Príncipe expresó en Oviedo sobre la vigencia de la Carta Magna. Aunque no tenga mayor virtualidad que la de una llamada de atención o un apercibimiento, ahí está el papel moderador de la Corona en boca del sucesor. Así las cosas, no siempre resulta fácil de entender el enfrentamiento feroz de los dos grandes partidos, salvo que se hubieran repartido los papeles: tú te opones con todas tus fuerzas, por principio y por sistema, y yo los ciño y reduzco a las meras posibilidades que otorga la Constitución. Por ahí pudo haber ido el tono del encuentro de Zapatero con los dirigentes del tripartito catalán con quienes ahora deben debatirse y pactarse las fórmulas correctoras alternativas de los excesos del texto original catalán.

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