Camino y puente hacia una nueva Europa

EL PASADO LUNES no pude acompañar a mis lectores con mis reflexiones semanales por el fallecimiento el sábado de mi suegro, Manuel Carbón Nodar, quien durante cuarenta años ejerció como médico en Cacabelos. Había nacido en el municipio pontevedrés de La Estrada en 1922 y llegó a la villa del Cúa tras terminar sus estudios de medicina en Santiago en 1950. Era su primer destino, que ya no cambiaría nunca, pues se enraizó profundamente en esta tierra del Bierzo, en la que nacieron dos de sus tres hijos y sus cinco nietos. Algún día, menos afectado por esta muerte no por presentida menos dolorosa, escribiré sobre su labor como médico, el trabajo difícil y abnegado de los médicos rurales de décadas pasadas, con una dedicación sin horarios, siempre en sus casas esperando una llamada en la puerta. Médicos de familia y de cabecera, buenos consejeros, siempre con una palabra de consuelo en la boca. Esta semana se abre con numerosas y preocupantes cuestiones nacionales y locales que habrá que ir desgranando en próximas semanas, pero hoy no querría dejar sin un comentario el congreso internacional de Asociaciones Jacobeas, celebrado en Ponferrada este último fin de semana, al que amablemente fui invitado por sus organizadores como moderador de una de sus mesas redondas. Todos los congresos jacobeos, y este es el séptimo, han tenido un enorme interés por los temas históricos, culturales y religiosos que en ellos se tratan; pero creo que éste tiene, en estos momentos, un interés especial, como muestra el propio título bajo el que se ha realizado: Camino de Santiago, puente hacia una nueva Europa. Un título que refleja, al mismo tiempo, el origen histórico de la ciudad de Ponferrada, nacida a orillas de un puente construido por el obispo Osmundo en el siglo XI para el paso de los peregrinos a Compostela. Como he dicho, en el congreso se han tratado de forma exhaustiva muchísimas cuestiones. Hubo ponencias y comunicaciones de carácter histórico, en las que se abordaron con rigor aspectos sobre la hospitalidad medieval, moderna y actual; pero creo que lo que ha dado un sentido particular al mismo ha sido el intento de reflejar el papel histórico del Camino de Santiago en la conformación de Europa. Sin el cristianismo y sin lo que fueron las peregrinaciones no se entiende este continente nuestro. Lo reflejaron muy bien los doctores y asiduos peregrinos a Compostela, Robert Plötz y Paolo Caucci; pero sobre todo D. Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, quien reflexionó con profundidad sobre el Camino, la peregrinación y la historia del cristianismo, distinguiendo entre relativismo, ahora tan en boga, e historicidad. Para el arzobispo Europa nació peregrinando por los caminos de la cristiandad, por eso el día en el que esos caminos, el de Santiago como rúa mayor de Europa, pierdan su alma, Europa perderá su propia esencia, como en parte así está sucediendo. Otro aspecto que me pareció muy interesante fue la mesa redonda en la que se expusieron distintas experiencias realizadas en el Camino con fines terapéuticos y de integración social. No fue desconocida en el pasado la llamada peregrinación forzada, a la que tribunales eclesiásticos y civiles condenaban a algunos delincuentes como medio de redención de sus penas. Con este precedente, la organización belga Oikoten y la alemana Christophorus Jugendwerk trabajan con jóvenes con problemas, en unos casos realizando el Camino como redención de penas impuestas por los jueces belgas, pero también para que dichos jóvenes se encuentren así mismos y cambien positivamente su conducta; en otros realizando trabajos sociales, por ejemplo restaurando albergues e iglesias, como la de de Foncebadón, y a la vez peregrinando, como los alemanes. Sistemas de ayuda que también estudia Proyecto-Hombre y que sin duda pueden dar buenos resultados con los jóvenes españoles. También para esto sirven el Camino.