Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

De la remolacha, otra vez

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LA MINISTRA de Agricultura, Elena Espinosa, consiguió anteayer en Luxemburgo que otros diez países de la Unión Europea, junto con España, se opusieran a la reforma de la Organización Común del Mercado (OCM) de la remolacha y del azúcar, diseñada por la comisaria Mariann Fischer Boel. Estos once países son votos más que suficientes para vetar la propuesta y obligar a la comisaria a negociar y poner otra alternativa sobre la mesa. Se ha ganado este «round» y todo queda pendiente para los dos próximos, que se celebrarán en la primera quincena de noviembre. En el calendario europeo están previstos para los días 7 y 11. Queda abierta la esperanza de seguir viendo los surcos paralelos de remolacha en el campo leonés. Y también que siga molturado sus cosechas la única fábrica de la provincia: la de La Bañeza. Las otras dos -Santa Elvira en la capital y Veguellina de Órbigo- pasaron hace años a ser paisaje industrial arrasado. La de León se transformará en Palacio de Congresos. A la de Veguellina no le han encontrado utilidad. Con retraso y desidia sólo han concedido al pueblo una planta piloto de bioetanol. Una miseria de media docena de empleos para compensar a un pueblo que creció y vivía abrazado a su fábrica azucarera. Con lo ocurrido anteayer se demuestra que el Gobierno estaba trabajando eficazmente en Bruselas en defensa del azúcar y de la remolacha española. También quedan en evidencia las insidias lanzadas desde el Partido Popular, algún sindicato azul y, muy en especial, por el consejero de Agricultura de la Junta de Castilla y León, José Valín, que forma parte de la delegación española. En teoría, dentro de la comisión negociadora española y como nominado por las demás autonomías, José Valín debe estar para apoyar al Gobierno en defensa de los intereses nacionales. Pero durante estos meses, hemos visto cómo interpretaba su papel en Bruselas, haciendo de testigo de cargo contra la ministra, viniera o no a cuento, o si le convenía para un mitin de Mariano Rajoy en Valladolid. No cabe duda que el Ministerio de Agricultura, durante este tiempo, ha tenido mucha paciencia con José Valín, quizá por sentido del deber o por cohesión nacional. Así lo veo como hijo de campesino remolachero. Pero también está claro que el Ministerio sólo puede tener desconfianza hacia el consejero, que acude a órganos de la Unión Europea a poner zancadillas más que a ayudar. Con la boca pequeña alentaban que esta reforma es una «cuestión de Estado» y Rodríguez Zapatero debía ponerse al frente. Exigían que diera un puñetazo sobre la mesa. Sin embargo, la ministra de mirada triste y ojeras profundas ha salvado, de momento, la situación. Los partidarios de «cuanto peor, mejor» se sentirán defraudados porque en la reforma de la OCM del azúcar y de la remolacha, a la propuesta más perjudicial para España se le haya hecho frente y parado. Los predicadores de desgracias y de catástrofes, no obstante, encontrarán otros motivos para amargarle la vida a los españoles. La dulzura del azúcar, por ahora, no se lo permite.

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