Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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TODAS LAS VIVIENDAS no pueden ser muy céntricas. Es un ideal incompatible con la geografía, pero eso no es lo peor, ya que basta con resignarse a perder media vida yendo al trabajo y volviendo del trabajo. Lo grave son dos cosas: que no se tenga trabajo y que no se tenga vivienda, ni grande ni chica, ni cerca ni lejos. Los mal llamados «desposeídos» o «desheredados», que son los que en realidad no tuvieron nunca una posesión o una herencia, empiezan a revelarse. En Francia se está registrando durante los últimos una ola de disturbios callejeros que amenaza con ahogar a algunos miembros del Gobierno, entre ellos al ministro del Interior. El presidente francés, Jacques Chirac, ha hecho un llamamiento a la calma, que es lo que se hace siempre que se incendia un teatro y permite que todos los espectadores mueran carbonizados. Los que viven en peores condiciones empiezan a no resignarse a no tener dónde vivir. El principal problema de las ciudades dormitorio es que no hay sitio para dormir. De ahí se deriva el fenómeno de la violencia urbana, cuyas segundas víctimas -las primeras son las que no tienen casa- son los automóviles. Doscientos cincuenta coches fueron calcinados por los peatones más descontentos en las cercanías de Clichy-sous-Bois. Pero no hay que alejarse tanto. Un juez acaba de ordenar finalmente a la Guardia Civil el desalojo «inmediato» de los ocupantes ilegales de Jun, una localidad granadina donde hay mucha gente que no se conforma con lo que no tiene. Los okupas dicen que entraron en viviendas vacías y sin violencia y aprovecharon su presencia ante el juez para pedir que se construyan pisos baratos. Ahí es nada. Pisos baratos implica en los tiempos que corren una contradicción de términos. Nuestra Constitución, que está siendo atracada en estos momentos, dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna. Lo que ocurre es que no especifica digna de quién. Tampoco define el vocablo dignidad.

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