Un brindis

LA PRIMERA VEZ que los vi respondían al extraño nombre de Ración de Oreja y ponían en escena una función integrada por pequeños episodios entre grotescos y tragicómicos escritos por un entonces casi desconocido Alberto San Juan que titulaban Animalario: bonitas historias de entretenimiento sobre la humillación cotidiana del existir . Un pequeño grupo de aficionados hemos incorporado a nuestras bromas privadas algunos momentos especialmente brillantes de aquella obra humilde en la forma y certera en el fondo que acabó dando nombre al grupo. Esa compañía teatral se mantuvo contra viento y marea pese a que la mayoría de sus integrantes escalaban a puestos de cabeza en la industria audiovisual del país, el fabuloso coladero por el que se pierden toneladas de talento por la jodida costumbre que tienen los artistas de comer todos los días. No llegué a ver El fin de los sueños, pero sí Pornografía barata , Tren de mercancías , la sorprendente Alejandro y Ana... (convertida en fenómeno de masas tanto por sus propios valores como por la promoción gratuita) y Las últimas palabras de Copito de Nieve . Textos siempre incómodos y contundentes, en el filo de la corrección política, lacerantes y vitriólicas disecciones de nosotros mismos que se levantan básicamente sobre el trabajo de actor, la única verdad del teatro, tantas veces maquillada por el parque de atracciones de la escena moderna. Con Hamelin , un trabajo que consigue inquietar la conciencia del espectador, han conseguido el Premio Nacional de Teatro por el que ayer brindamos en el Bergidum y hoy lo harán en el Auditorio de León. Si están a tiempo, vaya usted también a brindar con ellos.