Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

La minería, de nuevo en pie de guerra

León

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HACÍA algunos años que los mineros, esos trabajadores que desde mi infancia siempre veía teñidos de negro, no abandonaban sus tajos para salir a la calle a reivindicar lo que consideran su pan. Hacía también mucho tiempo que sus reclamaciones alcanzaban apenas unos cabreos, insuficientes para tomar decididamente cartas en el asunto. En el Bierzo, la minería es algo muy serio, porque cuando de economía familiar se habla no cabe otra cosa que apretarse el cinturón y afrontar lo que haga falta. Ahora los mineros, algunos los mismos y otros nuevos en estas lides, han vuelto a salir a la calle para decir que si los transportistas han conseguido una serie de mejoras, que si también lo han hecho los pescadores y que si los agricultores van camino de ello porqué no va a ser lo mismo con un sector que durante las últimas décadas ha languidecido, abocado a una reconversión que parece que no llega o no la hacen llegar, a una reducción de plantillas a la orden del día y con un desencanto propio de quien tiene la amenaza del fin a la vuelta de la esquina. Que en los últimos años, quizás décadas, la dichosa globalización ha dejado diezmado al sector no lo oculta nadie y por ello, los mineros que aún quedan (se habla de casi nueve mil en todo el país), han dicho basta reclamando actuaciones urgentes que no sólo sean prejubilaciones pactadas sino la puesta en marcha de inversiones reindustrializadoras para que ese territorio que un día ocupaba u ocupa la mina, pueda mantener su vitalidad con otra serie de actividades. Y en eso, como no podía ser de otra manera, el tira y afloja de los sindicatos con el Gobierno, un tira y afloja al que ambos están abocados a poner punto y final con un acuerdo que permita al menos que las dos partes salgas satisfechas. Eso es a lo que se aspira y uno también, que para eso cuenta con muchos paisanos mineros. Además, egoistamente si se puede decir así o con cierta razón, para evitar espectáculos como los vividos el jueves y el viernes entre mineros y Fuerzas de Seguridad de Estado, de enfrentamientos y de, no vamos a ocultarlo, quebraderos de cabeza y molestias para un buen número de ciudadanos que, compartiendo sus demandas, sufrimos también innecesariamente los cortes de carretera (el jueves fue de ocho horas) que, en este país, parecen estar a la orden del día. Ahí sí deberíamos todos reflexionar ya que el derecho de uno es muy lícito para manifestarse y protestar, pero también el de los que, sin comerlo ni beberlo, se tienen que estar varias horas parados en sus vehículos, esperando a que el temporal amaine. Nuestro país es así, si quieres hacerte oír tienes que molestar lo más posible aunque el perjudicado al fin y al cabo sea tanto el viandante y el propio que se manifiesta ya que ni en Moncloa ni en Fuensaldaña existen carreteras que cortar. Mientras, en este Bierzo de todos los días, la opa sigue dando de que hablar lo mismo que la revisión del Plan General de Ordenación Urbana o las infrestructuras. Menos mal que nos quedan los magostos, cuya proliferación, a pesar de el irregular año para la castaña, es notable. Y es que no hay nada mejor que una castaña asada para olvidarse de tanta algarabía.

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