El amigo americano

LA AMISTAD tiene esa servidumbre. Que en ocasiones has de mirar hacia otro lado si quieres seguir disfrutando de ella. Sobre todo cuando el amigo no se comporta con la lealtad que debiera y se aprovecha de esa relación amistosa para hacer lo que no debiera. Ya dijo alguien que entre dos amigos, sólo uno de ellos es amigo del otro. Porque siempre hay uno que se aprovecha de esa relación. Es lo que nos está pasando últimamente con el amigo americano. Que como es aliado y amigo, pues no le debemos de pedir explicaciones por las excursiones que han hecho por los aeropuertos españoles sus aviones cargados de espías y prisioneros islamistas. Sería una falta de delicadeza, como bien ha dicho el ministro de Defensa José Bono que de melindrerías y refinamientos sabe un montón. Bono es de los que piensa que nunca puedes desconfiar de los amigos y que cuando se comportan mal, lo mejor es mirar hacia otro lado. Pero si resulta que el amigo tiene, como es el caso, una trayectoria que se aproxima a la de un chulo desvergonzado, pues deberíamos actuar de otro modo. Porque si lo que ocurre es que el amigo miente, si el amigo mata, si el amigo expolia, si el amigo tortura y si el amigo no respeta los derechos humanos, lo más probable es que el amigo sea un malhechor que no merece nuestra confianza, ni mucho menos nuestra disculpa y nuestra protección. Los periódicos estamos publicando estos días todos los detalles de las escalas en aeropuertos españoles de esos vuelos indeseables. Pero nos siguen diciendo que no existen pruebas para exigir una explicación. Repentinamente les ha entrado la fiebre de una adoración y una confianza ciega en el amigo americano. Y eso debe de preocuparnos profundamente. Porque la amistad no se puede mantener a cualquier precio. Sobre todo cuando el amigo nos demuestra cada mañana su catadura moral. 1397124194