A CAMPAÑA TAÑIDA
Opas
ESTA PALABRA siempre ha indicado algo tortuoso y cercano a la traición. En la Antigüedad era un nombre propio: el Don Opas del romancero era el hermano del rey godo Witiza y traicionó al ejército cristiano en la batalla del Guadalete pasándose al enemigo musulmán: ya sabemos lo que ocurrió después. En nuestros días designa una oferta pública de adquisición de una empresa por otra: Gas Natural lanza una opa hostil contra Endesa. Es curioso, porque aquí el pequeño quiere comprar al grande, pero es que hay truco: Gas Natural tiene detrás a la Caixa, institución de ahorro catalana con recursos casi ilimitados. El Gobierno socialista se mostró favorable desde el principio, aunque tratando de guardar las apariencias. Y bajo la dirección de Montilla -secretario del PSC y a la sazón ministro de Industria, qué casualidad, ¿no creen?- fue dando todos los pasos necesarios para hacer posible la operación. ¿Por qué? Se sospechó en un principio que eran cosas de los Carodes, que sostienen a Zapatero en la Moncloa a base de venderle su apoyo día a día, pero como no se sabía nada más, solo cabía constatar lo mal que olía todo aquello: otro efluvio digno de Los perfumes de Barcelona . Al final, todo se acaba sabiendo: la Caixa perdonó mil millones de pesetas de deuda al Partido Socialista de Cataluña y éste ha renegociado el resto para devolverlo en largos plazos y a bajo interés. Y la negociación fue llevada por Montilla antes de ser ministro. Luego ha venido lo de la Opa hostil que, de consumarse, dará un monopolio e ingentes beneficios a la Caixa. En este contexto, la operación de «quita y espera» de la deuda socialista pasa a segundo plano ante lo que parece un trato de favor por parte del gobierno, quizá porque simplemente lo es. Si ha habido corrupción u otro delito, lo dirán los jueces. Pero desde el punto de vista político, subrayemos varias cosas. Primera, la inadmisible reacción de Montilla: insultar a los que han sacado la operación a la luz., negarse a comparecer en el Congreso y envolverse en la bandera del catalanismo. La izquierda jamás ha soportado las críticas, salvo cuando las hace ella. Segunda, Montilla no puede continuar de ministro en esta operación financiera, cuyo resultado está cantado de antemano, máxime cuando ha logrado que Europa se desentienda. Tercera: con Felipe González, las sospechas de corrupción empezaron después de seis o siete años de gobierno, con ZP han comenzado al año y medio: es interesante constatarlo. Es un mal momento para un gobierno que no gobierna salvo en beneficio de algunos, véase la muestra. Y no le puede echar la culpa al PP. Ahora el pueblo exige que Zapatero comparezca en el Congreso a justificar el enjuague, si es que puede. Que por decencia destituya fulminantemente a Montilla ya que éste se niega a dar explicaciones o a dimitir. El actual ministro no puede firmar el visto bueno de la operación, sería de lo más bananero. Y que apoye la inmediata formación de una Comisión de Investigación, donde todas las cosas se pongan en claro y se asuman las responsabilidades a que hubiere lugar. Al final, la historia ha servido una vez más para algo útil: demostrar que también hay opas en nuestros días.