TRIBUNA
El mañana de algunas comarcas
SOY VIEJO Y VIVO en un pueblo con terrenos de altura y otros de bajura. Es pueblo de secano y limita con otros varios que también son de secano y algunos de regadío. En la mañana de un día de primeros de octubre, y una vez que hube desayunado, me sentí tentado a salir por el campo. Busqué calzado apropiado para evitar el rocío y me eché a andar, primero por un camino y después por un terreno en pendiente. En mi subida hasta una media altura iba pisando hierba que se crió en la primavera y que a su debido tiempo ni vacas ni ovejas la aprovecharon. Iba de paso por terrenos que en otro tiempo fueron de cultivo y que ahora están llenándose de espinos y de zarzas o de escaramujos. Los espinos y escaramujos no se los ve tan sólo en algún que otro terreno sino en muchos terrenos y también, claro, en terrenos de otros pueblos. De la pequeña altura bajé al llano, y sintiéndome con ganas de caminar volví a subir a otra altura hasta su cima. Una vez en la cima miré en redondo a terrenos del propio pueblo y a terrenos de otros pueblos. Excepto tres caballos en unos prados, a nadie vi ni nada vi que se moviese. Lo que va de ayer a hoy. En otros tiempos incluso en el mes de enero, que era el más parado y paralizado de todos, había vida por el campo. En el pueblo en que escribo hubo tres rebaños de ovejas, rebaño de arriba, rebaño de abajo y el rebaño de un ganadero que las tenía a solas. Todos los días, excepto cuando la nieve lo impedía, se veía a los rebaños por los pagos y a los pastores con ellos. Y se oían las cencerras. Algo se movía por el campo en el mes de enero. Sin embargo, para actividad y para espectáculo por el campo, el que ofrecía el mes de mayo y algunos de los siguientes. En el mes de mayo, por acá o por allá había gente que andaba escavando. Había quienes andaban arando para sembrar trigo en octubre o sembrando patatas, y había quienes a mañana y a tarde habían de ir con las vacas a pastar, una persona de cada familia con las suyas en una labor de todos los días hasta la Navidad. Fuese al principio o a mediados de mes, en junio se empezaba a segar la hierba. Por distintos sitios, segadores segando. Una vez seca la hierba se la recogía. Carros tirados por vacas que se cruzaban con otros, unos que iban y otros que venían. Con cada carro era lo normal que fuesen tres personas, una para echar hierba al carro, otra para componerla allí y otra para recoger con el rastro restos que fuesen quedando. A partir de mediados de julio era la siega del trigo lo que ocupaba a la gente. Y a principios de agosto se empezaba a trillar. En el amanecer, un primer carro con su traqueteo que salía en busca de trigo para la trilla. Enseguida otro. Pasada la media mañana se empezaba a trillar. Bullían las eras con gente por ellas y bullían sobre todo en los días de viento, que había que aprovechar para ir sacando el trigo de la paja. Este tiempo de octubre se dedicaba a la siembra del trigo. Se empezaba por llevar abonos a las tierras, que se iban dejando en pequeños montones para extenderlos cuando se fuese a hacer la siembra. Se araba, se sembraba y se cosechaba. Cosechas, algunas, muy pobres. El trigo de terrenos bajos y húmedos, se apalambraba; los garbanzos de algunas tierras, rabiaban; y el año venía seco, las patatas eran escasas. Se tenían vacas, ovejas, cerdas para criar o sólo uno o dos cerdos para la matanza. Se tenían gallinas, y en algunas casas, también conejos. Se iba a por todas, y ni con ir a por todas se vivía desahogadamente. La vida mejoró mucho a partir de los años en que se empezó a vender la leche. Los agricultores trabajaban menos y las vacas también. Se iban dejando de arar tierras de poca cosecha o la daban cada dos años, que era el caso de bastantes de los terrenos dedicados al trigo. Era mejor dedicarse a cuidar a las vacas y no a arar tierras, pues las vacas daban algún beneficio cada día. Mejoró la vida. Pero la gente empezó a marcharse de los pueblos. Unos primero y otros después, se ha llegado a la situación actual en la que los que vivimos en los pueblos somos pocos. Críos correteando por las calles de los pueblos, en algunos no debe de haber ninguno. ¿Ante esta situación, uno se pregunta qué será lo que realmente va a pasar? uturo de algunas comarcas posiblemente va a estar en las empresas en las que los propietarios seamos los accionistas. Empresas que se rijan con criterios de empresa y que, en algunas comarcas, se dedicarían a la cría de animales. Pero empresas no sólo para aprovechar los recursos herbáceos de un pueblo sino de varios pueblos asociados, rotándose los ganados en los aprovechamientos. Los que estuviesen dentro de la empresa tendrían sus horas de trabajo para luego quedar libres. Si se trataba, por ejemplo, de rebaños de ovejas, el pastor o pastores no serían como los de otro tiempo, que salían de casa por la mañana y no volvían hasta la noche. Habría un pastor o pastores hasta las dos de la tarde, yéndose a esa hora para comer en casa y disfrutar de la tarde como mejor les pareciese, y otro u otros desde las dos de la tarde hasta la noche. Mi idea ya está expuesta. Es la de que haya empresas bien organizadas que críen animales y en las que los propietarios de terrenos tengamos algo que decir y recibamos algún beneficio. Si hay quienes tengan mejores ideas, que haban lo que yo he hecho y que las expongan. Lo que ya nunca podrá volver es que haya numerosas familias en los pueblos dedicadas a la agricultura y ganadería, y todas con pequeñas extensiones de terrenos y pequeño número de animales. El sistema está muerto. Y si está muerto habrá que alumbrar otro.