Diario de León

DESDE LA CORTE

Treinta años. Y3) Nosotros

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FERNANDO ONEGA
León

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¿TREINTA años, decís? Eso explica mis achaques. Y mis puñeteras canas, que me denuncian, insolentes. Y mi entorno. Las chicas tienen más ombligo que antes, dónde va a parar. Y los chicos son más altos y guapos. Y, sobre todo, no saben quién era Franco, como yo no sabía entonces quién había sido Sagasta. En la radio les preguntaron quién había sido Franco, y lo sitúan poco menos que en la Edad de Piedra. Ha cambiado todo: hasta la lluvia. En mi aldea lucense, las mujeres ya no visten de luto, el arcón y la Seguridad Social revolucionaron la cocina, y las vacas, tan humanas, rumian y escuchan música ambiental. La Santa Compaña ya no sale, y los edredones del «Gran Hermano» han matado a los trasgos y a las meigas. Hay menos madres solteras, los curas tienen menos hijos, porque ya venden condones en el supermercado. También a mi aldea han llegado los rumanos, y la gente ha dejado de escaparse a Buenos Aires. Mi presidente Touriño presume de hablar gallego en el Senado y en Bruselas, pero hace treinta años el gallego era el idioma más hablado en las fábricas y barracones de Baviera y entre los camareros de Suiza. Somos más listos y cultos, los viejos viven más aunque sea en residencias, y el problema de niños y mayores de ahora es la obesidad, quién lo iba a decir en las Hurdes y en Vallecas. Somos demócratas: los señores obispos pasaron del palio a la manifestación. Somos promiscuos: los mismos obispos se manifiestan entre gritos de «nosotros parimos». Somos libres. Hace 30 años, lo nuestro con Franco era un matrimonio: sólo la muerte nos podía separar. Ahora la muerte sólo separa a los homosexuales, los únicos que no saben todavía qué es un divorcio. No, a Franco no lo echamos, pero ahora ya podemos echar a Aznar y zurrar la badana a Zapatero e insultar a Ibarretxe y a Carod. Somos plurales. Tenemos partidos políticos, y lo sabemos por su fecunda actividad: las Cajas les perdonan intereses de sus créditos. Somos mucho más nación: antes, no nos atrevíamos a usar la palabra España, y ahora España es lo que nos une frente a Cataluña. Somos, además, mucho más ricos. Tan ricos, que hasta los pobres tienen coche. Nadie piensa en hacer la revolución, porque habría que ir en coche, y no se podría aparcar ante las guillotinas. Pero las esencias patrias, a Dios gracias, no cambian. El Barcelona y el Real Madrid siguen jugando el mismo partido del siglo. Y no me preguntéis por qué, pero yo sigo pagando una hipoteca. Seguimos pagando los mismos, pero prolongados en nuestros hijos. La especie humana se prolonga en la hipoteca. Lo auténticamente milagroso es que son los mismos de hace 30 años¿ ¿sabéis quiénes? Los que la siguen cobrando. Esa es la esencia nacional.

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