Diario de León
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¿ Se debe o no dar clases de religión en los centros públicos de enseñanza? A nadie se le ocurriría plantear la pregunta sobre si se debe o no dar clases de matemáticas, de lengua o historia. Entonces ¿por qué nos hacemos la pregunta tratándose de religión? Intentar responder a esta pregunta de una manera ecuánime e imparcial, creo que sería muy conveniente y edificante, hoy, en nuestra sociedad. Pero no parece fácil, debido a los muchos prejuicios que sufrimos los seres humanos en ese campo de la Religión. En la mayoría de las religiones del mundo sigue habiendo, en mi opinión, más dogmatismo y más intereses -poco religiosos por cierto- que una verdadera educación religiosa. Porque (comencemos preguntándonos algo olvidado ya en nuestro tiempo) ¿qué significa la palabra «religión»? Viene del latín «religare», que significa «unir». ¿Unir qué? Todo lo que existe, y en especial el ser humano con lo que le rodea, con él mismo, con su prójimo, con la naturaleza, con el Absoluto (entendido éste en sus múltiples acepciones o formas). En este sentido es preciso afirmar que la religión, como el arte y la filosofía, están impresas en la propia naturaleza del ser humano, por eso han existido y existirán siempre, nos guste o no. Se han manifestado de diferentes formas en épocas y lugares diferentes, según la cultura y el grado de concienciación y de sensibilidad de los pueblos. En cuanto a la religión se comete casi siempre el error de confundirla con las iglesias (o, como dice Jung, con las confesiones religiosas). Las iglesias siempre se basan en ceremonias, ritos y símbolos externos. La religión, no. «Las confesiones religiosas han llegado a un grado tal de exteriorización, que aquello que constituía propiamente su esencia religiosa ha pasado a un segundo plano», afirma Jung. Los grandes Maestros, como Buda o Jesús de Nazareth no crearon ninguna religión nueva ni ninguna iglesia. Fueron sus seguidores los que lo hicieron. Ellos estaban por encima de todas las religiones y de todas las iglesias. El jesuita y científico Teilhard de Chardin, hablando del futuro de la humanidad, dijo: «La única religión aceptable para el hombre es la que enseña, ante todo, a conocer, amar y servir apasionadamente al universo, del cual él es el elemento más importante». Y el psicólogo alemán, T. Dethlefsen afirma: «Todas las religiones enseñan finalmente lo mismo, la única verdad. Quien piensa que las religiones en este mundo se diferencian, ve sólo sus distintas envolturas¿ Esto es válido para las religiones, no para las iglesias, pues éstas son obra del hombre, y como tales, imperfectas y defectuosas». Así pues, la Religión (con mayúscula y así entendida) ha sido y seguirá siendo «la más elevada manifestación de la naturaleza humana», en expresión de Ernest Renan, algo esencialmente diferente a las iglesias. El mismo Renan afirmó también: «El hombre que toma la vida en serio y emplea su actividad en perseguir un fin generoso, ese es el hombre religioso; en cambio el hombre frívolo, superficial, sin elevada moralidad, ese es el impío». Por lo tanto «religioso», en su auténtico sentido, significa «unido a los otros». De ahí que E. Fromm dijera que profesar una religión no significa ser religioso, o que el gran yogui Vivekananda afirmara que las simples afirmaciones intelectuales no nos hacen religiosos, o que Jung defendiera: «El pertenecer a una confesión religiosa no es un asunto religioso, sino más bien social». Una pregunta se hace, pues, necesaria: ¿Es esta Religión la que hoy se enseña en los centros educativos? Evidentemente, no. La actual asignatura de religión es incompleta, puesto que en sus contenidos faltan, entre otras enseñanzas religiosas, el conocimiento rico y valioso de los Upanisads hindúes, del Taoísmo y el Confucionismo, del Budismo, del Islam, y de otras religiones que han aportado grandes valores y principios a la humanidad. Por lo tanto los contenidos de las clases actuales de religión no son en rigor de «Religión» (con mayúscula), sino diversas enseñanzas de una religión concreta, el catolicismo. Los actuales profesores de religión no son, pues, en sentido estricto, verdaderos profesores de Religión, puesto que no enseñan las diversas manifestaciones de la Religión. Pensemos en un profesor de Matemáticas que sólo enseñara aritmética en sus clases, y olvidara la geometría, el álgebra, etcétera. ¿Sería, en rigor, un profesor de Matemáticas, o más bien un simple profesor de aritmética? Pues eso mismo ocurre en las clases de religión. En mi opinión las clases de religión en los centros de enseñanza (y especialmente en los del Estado) deberían ser clases en que se enseñara a los alumnos lo que ha sido y sigue siendo esa profunda manifestación cultural de la humanidad que llamamos Religión. Es un derecho que tienen los alumnos a conocer las distintas exteriorizaciones de la religión en las diferentes civilizaciones de la humanidad, y si una comunidad concreta desea conocer más en profundidad una religión determinada (un legítimo derecho), creo que debería hacerlo fuera de los centros del Estado. Pero las grandes religiones (que probablemente han cumplido una función social hasta el momento, a pesar de sus múltiples errores), hoy no aciertan a comprender que los tiempos han cambiado y los seres humanos también, y que ninguna religión debe imponerse sobre las otras. Deberían más bien unirse todas ellas, como al parecer lo estuvieron en su origen. El verdadero ecumenismo -del que se habla tanto hoy- no parece estar cercano, mientras éste se acepte sólo con la condición de que los que pertenecen a otras religiones se sienten en las filas de la propia religión. La indiferencia que hoy sienten muchos ciudadanos hacia la religión, quizás sea, en el fondo, a las diversas iglesias, por haberse apropiado -éstas- de algo que pertenece en esencia a la humanidad, la Religión (como el Arte, la Filosofía, etcétera), y no haber sabido ofrecerla a los seres humanos en su pureza, sino pasada por el tamiz particular de cada iglesia, así como por los graves errores que han cometido y siguen cometiendo. Y, a pesar de ello, la ausencia de los verdaderos valores y principios religiosos -que son esencialmente humanos- está perjudicando gravemente a la convivencia social. Las iglesias deberían asumir la parte de culpa que les corresponde (como tantas veces se ha oído en sus propias filas), y admitir que las clases de religión lo sean verdaderamente de Religión (con mayúscula), es decir, de unión, y no de separación, y donde se estudie lo mismo la Biblia que el Corán, el Baghavad Gita, el Tao, etcétera. Ese sería un verdadero cambio ecuménico en el interior de las iglesias.

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