Diario de León

TRIBUNA

La LOE : razones para un pacto

Publicado por
LUISA INÉS PRADA FERNÁNDEZ
León

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DESDE Villar Palasí (años 70) hasta nuestros días hemos tenido siete leyes distintas de educación a un promedio de una cada cinco años. 1. La LOECE. La LODE. 3. La LOPEGCE. 4.La LOGSE. 5. La LOCE y 6.La LOE (actualmente). Cada gobierno ha querido dejar su huella en materia educativa, y con tantos planes diferentes y tanta sopa de letras ya no sabemos muy bien por qué Ley se rigen nuestros alumnos. Sobre todo desde la aplicación de la LOGSE con todos sus reglamentos que supuso la desmoralización del profesorado y la instalación progresiva del fracaso escolar en las aulas. Todo este caos en materia de educación ha tenido unas consecuencias nefastas: nos hemos situado a la cola de Europa en rendimientos y a la cabeza en malos resultados con el lamentable resultado: «La educación en España es la peor de los 25 países de la Unión Europea». Según el conocido axioma de que todo lo malo es susceptible de empeorar, con la aplicación de la LOE tal y como está planteada se rompería el principio de igualdad en el modelo educativo y se produciría la siguiente paradoja: cuando en nuestra universidad se están adaptando las titulaciones y contenidos curriculares en convergencia con los planes de estudio europeos para una mayor movilidad del alumnado y de los futuros profesionales, en nuestra educación primaria y secundaria la nueva Ley nos llevaría a un proceso de dispersión que culminaría con 17 modelos de educación diferentes, con programas distintos según las autonomías y con muy pocas asignaturas comunes. En el proceso de pactos que se están produciendo estos días con respecto a esta Ley, el Congreso ha aprobado con abstención del PP una enmieda transaccional para fijar que los contenidos básicos de las enseñanzas comunes requieran el 55% y el 65% de los horarios, según sean autonomías con lengua cooficial o no, pero no se acepta la enmienda en la que se especificaba claramente que se fijaran los contenidos curriculares, o sea «hecha la ley, hecha la trampa» , queda a libre albedrío de cada autonomía elegir por ejemplo explicar la Historia de España como más le interese de acuerdo a los fines partidistas del Gobierno autonómico de turno. También es falso que se haya corregido el problema de la calidad de la educación, ya que se sigue pudiendo pasar de curso con tres suspensos y se deja también a la discrecionalidad de las comunidades autónomas los exámenes obligatorios. Con cuatro enmiendas de última hora no se puede mejorar una Ley pobre y de mala calidad. Eso sin contar con que el estudio del castellano en las autonomías donde existe otra lengua oficial se reduce notablemente con resultados cada vez más alarmantes en cuanto a mala comprensión, redacción y expresión del español, que es el tercer idioma hablado del mundo después del chino y del inglés. Para evitar una vez por todas esta esquizofrenia en el modelo educativo español que nos está llevando al desastre, se debería hacer una Ley pactada y duradera que dotaría al sistema de una estabilidad y una continuidad necesaria para que la educación de nuestras generaciones venideras no estuviera sometida a vaivenes ideológicos. Tanto el partido del Gobierno, PSOE, y el principal partido de la oposición, PP, deberían hacer un esfuerzo y «sacar» una buena Ley de Educación y no «parchear» la situación que existe poniendo «una venda al enfermo que está en la UVI». La solución al problema debe pues pasar por un gran pacto nacional que recupere la calidad perdida y los principios de motivación exigencia y mérito tanto del profesorado como del alumnado; el estímulo de la voluntad, la memoria y la recompensa del esfuerzo y el valor del trabajo bien hecho, logrando revitalizar así la enseñanza pública que si en otra época fue prestigiosa en nuestro país, con la aplicación de la LOGSE se ha vuelto caótica y poco rigurosa, consiguiendo así el efecto contrario al que se pretendía alcanzar. Este gran pacto entre los dos partidos políticos mayoritarios que sin duda debe producirse para que sea duradero, recuperando así la calidad perdida en el ranking europeo de nuestra educación debe tener una completa convergencia con Europa en todas y cada una de las distintas etapas de la enseñanza, evitando así las tentaciones partidistas de «adoctrinar» en lugar de enseñar. El objetivo no es otro que el de crear alumnos cultos en el sentido más universal del término haciendo oídos sordos a las intenciones provincianas de los nacionalismos, propiciando la educación para ser ciudadanos libres que sepan afrontar con eficacia los problemas competitivos de índole laboral y profesional que tiene y tendrá España como reto en el futuro de la Unión Europea.

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