Cerrar
Publicado por
VICENTE PUEYO
León

Creado:

Actualizado:

En:

DEJÓ dicho Machado que «quien habla solo espera hablar a Dios un día». Crémer, a solas en su palomar, con su lucidez centenaria y con su escepticismo (¿cómo no tener una mirada escéptica cuando se ve desde el otero todo un siglo tan convulso?), reconoce que tendría más que unas palabras con Dios si tuviera oportunidad. Le preguntaría, apunta en la entrevista que hoy abre el periódico, por qué no se esmeró un poco más al construir este mundo y al soltar en él a unos seres llamados humanos cuyo devenir resulta tan contradictorio. Entreveradas de ironía, se atisban las preguntas centrales que dan sentido a la palabra poesía. Hoy se le da una medalla de oro a alguien que siempre quiso ser poeta y hacer más bien que mal... «Lloro mi soledad, pero no importa/ llorar, si atrás dejamos/ intacto el Paraíso...» . Ya nadie engaña a un hombre despierto con tanto cabalgado. Por eso Victoriano acudirá hoy al ritual de los Guzmanes tranquilo y apacible, igual que quedaba uno después de aquellas turbulentas confesiones de la infancia -«padre me acuso»- que hacían tabla rasa de todas las batallas interiores y exteriores y nos garantizaban, al menos hasta la próxima semana, que la vida merecía la pena. Este «extraño bicho raro», que ha sido y es tantas cosas, tiene apilado el siglo en la memoria y sabe cosas que nunca dirá. Cada palabra, cada nombre, es un río que parece inagotable y es que es de esos raros y escogidos seres que te advierte con rigor y justeza: «Ojo, yo estuve allí». Y aquí sigue... « Un gato sin zapatos, pordiosero,/ con manchas de intelectual y uñas de obrero...».

Cargando contenidos...