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Publicado por
FERNANDO DE ARVIZU
León

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MUY NERVIOSO le han puesto al Gobierno la última encuesta del CIS y similares que andan por ahí. Sabido es que en España las encuestas son poco fiables, sobre todo si se refieren a unas elecciones próximas. Pero eso no quita para que reflejen una tendencia que no es posible ignorar. Es sintomático que la encuesta de octubre la hayan retenido durante casi todo el mes de noviembre, ¿por qué? A partir de ahí, los amplificadores mediáticos se han emperrado en decir que ZP conserva su carisma y que el PP no ha rentabilizado el desgaste. Vayamos por partes, que la cosa tiene miga. En primer lugar, el grado de valoración del presidente. Sea con esta encuesta, sea con otras que han circulado por los medios de comunicación, se aprecia un descenso de casi 15 puntos entre mayo del 2004 y noviembre del 2005. El mayor descenso se produjo entre mayo y octubre del 2004 -casi 6 puntos- pero ha continuado su línea descendente prácticamente sin repuntes hasta quedar en 50,9 puntos. Rajoy, que arrancaba en mayo del 2004 con una valoración del 46,5, ha ido subiendo de forma ininterrumpida, prácticamente sin descensos hasta noviembre de este año, donde se sitúa en un 50,3. Un aumento de casi 4 puntos, lo que le coloca a seis décimas de la valoración de Zapatero. No hay que ahondar mucho para ver los motivos de tan importante caída: gobernar asfixiado por el dogal nacionalista, gestión muy pobre, gestos muy ideológicos -matrimonio y adopción por homosexuales- pero a la postre poco tangibles para el bienestar de los españoles, jacobinismo en la Educación, abandono del pacto antiterrorista, Estatuto nacional catalán y tregua de ETA que no acaba de llegar y que era la gran baza para disolver las Cámaras y presentarse como triunfador, dispuesto a arrasar. Por otra parte, Rajoy está haciendo una oposición desde luego no más dura que la que los socialistas hicieron a Aznar, pero que ha sabido conectar con un sustrato de población muy descontento por un gobierno que no sabe pasar de las consignas. Añadamos que los ministros no han contribuido a hacer la situación más llevadera. A un Zapatero cada vez más silente, se contrapone una vicepresidenta apagafuegos, a la que deberían condecorar con la medalla de sufrimientos por la causa. Solbes está tan callado que parece que no está. Bono espera su oportunidad. A Caldera se le puede aplicar la frase de Quevedo: «en una de fregar cayó caldera», y ésta es la regularización de inmigrantes por las bravas, condimentada por el caldo agrio del archivo de Salamanca. Espinosa, sufriendo en Europa los recortes del azúcar. Montilla, atrapado entre la ops de Gas Natural y las deudas perdonadas por la Caixa. De Moratinos es mejor ni hablar, ya apenas figura porque está amortizado, quemado. Salgado muy contenta tratando de apestados a los fumadores su gran logro en la Sanidad, pues vaya- y Trujillo, pensando en su próxima originalidad habitacional, es la más ocurrente del gobierno. Podemos añadir la locuacidad de Carmen Calvo, que casi nunca dice nada y el doctrinarismo de San Segundo con su LOE. Los sostenedores mediáticos fácilmente reconocibles ya defienden al Gobierno por que sí, sin argumentos. Lo dicho, en caída libre.

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