Conquistadores del pan

«Y con París nos estamos quemando un poco todos, todos, todos...» (Victoriano Crémer, Diario de León, 2 de diciembre de 2005). Cien años de sabiduría, de gracia y de resistencia... y aún se deja asaltar por la realidad para certificarla, tamizada por necesarias reflexiones, en su columna diaria. El espíritu de Crémer contra Crémer rezuma perfumes entintados de un periodismo/columnismo que cada vez se hace menos. La Diputación colocó ayer a don Victoriano una medalla de oro, la más importante, la de la provincia. Pero sus brillos no pudieron competir con el fulgor de la sabiduría: «Estamos haciendo democracia sin el pueblo y esto es grave y es un peligro», espetó en el día grande de la Constitución, a la clase política, que andaba con el pie puesto sobre el «puente». En la calle, ayer la vida seguía y también la muerte, ajenas a medallas y cumplidos. Disculpe, don Victoriano, pero un ¿fatal accidente? se llevó la vida de Javi, un amigo, uno de esos «conquistadores del pan de cada día», de los que usted hablaba ayer. La violencia vial asalta la vida, son 5.500 muertes al año, más de 150.000 lesionados. Pero estas cifras se consideran un peaje del «progreso», son toleradas socialmente, se diluyen en la nebulosa mediática tras retratar el destrozo. A Javi le robaron ayer la vida, se la robaron también a Ana; y a sus hijos y a su madre y su padre, a los amigos, y a los niños y niñas a los que hacía reir con su piel de cómico, y a los músicos de «Son y no Son» y «Más positivos». Y a Brando, su grande y tierno mastín; y a sus bongoes, que hoy guardan silencio.