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Publicado por
ANDRÉS ABERASTURI
León

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LAS DEMOCRACIAS consolidadas en países medianamente serios son, sobre todo, aburridas. Naturalmente que pasan cosas: se discute, se rivaliza y hasta hay pequeñas broncas en los escaños parlamentarios. Pero este sinvivir que tenemos en España, yo creo que no es normal. Ni bueno. Ni sintomático de una sociedad viva y despierta. Todos echan la culpa a la crispación y es posible que ahí resida la causa; lo malo es que unos y otros acusan al contrario de la ser la fuente de la que mana este estado de nervios. Cuando no es un matrimonio gay es un estatuto, y cuando no, una ley de educación, pero el caso es no parar: que si una opa, que si un Montilla, que si una Cope... Pues la cosa no decae. Ahora los unos y los otros vuelven a las andadas por distintos caminos, caminos, claro, que terminan encontrándose, y ya se sabe que los encuentros o son dulces o desatan las iras. Eso, en un lado. En el otro, la decisión de iniciar el juicio contra los tres policías que detuvieron a los dos militantes del PP tres días después de que el ministro Bono denunciara que le agredieron en una manifestación. El conflicto -el conflicto moral al menos, que es para mí el mas importante- lo tiene ahora el ministro del Interior y seguramente el propio Bono. Es evidente que los tres policías imputados cumplían órdenes y mucho se ha escrito ya sobre el asunto. ¿Alguien dará la cara por ellos? Esa es la cuestión. Lo que nadie va a admitir como válido es que el posible marrón se lo traguen los tres funcionarios y no los auténticos responsables de aquel disparate que fue detener a dos ciudadanos porque sí en un Estado de derecho.