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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LA PUERTA del Sol, con su kilómetro 0 como refrencia para todo el país, donde empiezan todos los caminos, congregó a mucha gente, pero en definitiva no sabemos realmente a cuánta. Según la Comunidad de Madrid, los asistentes al acto organizado el pasado sábado en la capital por el Partido Popular fueron 200.000, en números redondos, y según otras estimaciones fueron 47.000 también en números redondos. Es como decir de alguien que su edad oscila entre los treinta y los sesenta y cinco años. Claro, que se trataba de rendir un homenaje a la Constitución española y no a la aritmética. La verdad es que fueron los que fueron, pero quizá en el futuro vaya más gente, si este nuevo independentismo, más o menos enmascarado, va tensándose un poco más también cada día que pasa. Uno no está curado de asombro, a pesar de su edad, ni quisiera estarlo nunca, pero ya le sorprende pocas cosas. ¿Por qué entre tantos manifestantes -ya fuesen 200.000 o 47.000- los partidos catalanes se han fijado en el señor Piqué? A don Josep le ha ocurrido lo que a aquel hombre que participó en una multitudinaria manifestación en la que una muchedumbre pedía trabajo. Se le acercó un caballero pulcramente ataviado y le dio su tarjeta. «Preséntese mañana en esta dirección», le dijo. «¿Y entre tantos como venimos se ha tenido usted que fijar en mí?». Han reparado en Piqué sus paisanos y le instan a pedir perdón por asistir al acto, lo que quizá sea prueba de un peculiar entendimiento de la democracia. No se sabe lo que finalmente podrá hacer el señor Piqué en esta tesitura. Ya ha hecho todo lo que podía: sonreír sin aparente motivo y cambiarse de peinado, dejando a mi querido Pepe Oneto como único representante de la ocultación facial mediante el cabello, dispuesto con cierto «cuento, peso y medida». ¿Qué más puede hacer? El perdón quizá sea lo único que modifica el pasado, pero tendrá que implorárselo a muchos. A más de 47.000 y a más de 200.000.

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