EL PAISANAJE
Subnormal
CONVALECIENTE aún doña Letizia de su cesáreo parto y con el Estatut a punto de romper aguas llega la noticia de que José Luis Rodríguez Zapatero propone un tercer cambio constitucional para que a los «disminuidos» se les llame «discapacidados» en el artículo 49. A la Constitución le crecen los enanos. Argumenta Zapatero que los nombres son muy importantes en esta vida. Podría ser, pero los juanetes duelen lo mismo si vas al callista que al podólogo, el entrañable oficio de maestro vale para desasnar igual que si te diera clase un flamante «profesor de EGB», algo parecido podría decirse de mi comadroma, que ahora firma ATS, de los viajantes (comerciales), o del ciego de la esquina que me vende los cuarenta iguales para hoy: ahora es un invidente. También las muelas salían antes más baratas en el dentista que ahora en el odontólogo, y no digamos cuando los barberos de Cervantes, que llamaba a los locos por su nombre y no «quijotes» y se definía a sí mismo como «manco» y de no «discapacitado lepantino», etcétera. Incluso hay quien se refiere a los periodistas como «licenciados en Ciencias de la Información», que ya es afinar por lo moderno en un saber confuso y difuso donde los haya, habida cuenta de lo poco que aclaran los periódicos. A los más viejos también nos llaman «plumillas», lo cual suele resbalarnos por la cresta y en la barra del bar contestamos con cierta displicencia que lo nuestro es más bien una ciencia infusa. El diccionario de sinónimos va a dar esta legislatura mucho juego. Zapatero a tus zapatos.