Fundamentalismo antitabáquico

EL TABACO es perjudicial para la salud. La erradicación del hábito de fumar debe ser, pues, un objetivo de toda buena política sanitaria que deben perseguir los gobiernos y las instituciones. Pero todo tiene sus límites, más allá de los cuales se incurre en el ridículo. Puede entenderse que se prohíba tajantemente fumar en los centros laborales o en lugares cerrados públicos para no causar molestias ni perjuicios a los no fumadores, pero es muy difícil de entender que la OMS haya decidido no contratar como funcionario a ningún fumador, aunque sólo fume privadamente y en su casa. Por fortuna, la norma no tendrá de momento efectos retroactivos pero todo se andará. Muchas voces ya se han alzado para criticar con dureza esta «nueva cumbre del delirio de lo políticamente correcto».