Frivolidad nacionalista

AL FALTAR AYER a la cita en Madrid del 27 cumpleaños de la Constitución, ERC, PNV y BNG cometieron, más que una descortesía a las instituciones del Estado, un acto de frivolidad o de insustancialidad política. Como atenuante, sírvales el hecho de que llevan practicando esa ausencia desde hace años. Se trata en cierto modo, por su reiteración, de un atenuante paradójicamente agravatorio. Pero no se deben exagerar las cosas, pues la fiesta de la Constitución se vio ayer en el Congreso de los Diputadios muy concurrida, el vino conmemorativo era excelente y los líderes políticos, incluidos los más adustos de la oposición, es decir, del PP, mostraron sus maneras más suaves que, en el caso de Rajoy, parecían sus maneras auténticas. Siempre lee en estos casos el presidente del Congreso un discurso institucional, y el leído ayer por Manuel Marín fue, de modo discreto, un llamamiento a la sensatez política, recordando que, hace veintisiete años, la naciente Constitución venía a clausurar el pasado de «nuestra torturada Historia». Y dijo lo que, no por ser obvio, sorprende hoy a muchos políticos apasionadamente reformistas: que nuestra Carta Magna «es un texto en el que no se materializaron las aspiraciones máximas de una u otra fuerza política». Añadió Marín para ilustrar la necesidad de consenso, de acuerdos, de pactos, de respeto mutuo, de esfuerzo colectivo... que «si la Constitución hubiera de ser la imaginada por cada uno, no habría Constitución posible» y, rozando un problema acuciante, añadió que «si los estatutos hubieran de ser los imaginados por cada uno, no habría estatutos posibles». Pero es posible que haya Estatut catalán, pues los portavoces parlamentarios -informó el presidente Zapatero- están trabajando para llegar a un acuerdo (sobre las enmiendas a presentar, se entiende) entre ellos y con las fuerzas políticas de Cataluña. Esa es la hipótesis actual. Y refiriéndose a la automarginación del Partido Popular, añadió el presidente que «nada se construye con extremismos, para mí el extremismo es la exposición política de la intransigencia». Rajoy, con su mano derecha vendada por la fisura del dedo corazón, tuvo palabras dulces hacia Zapatero, a quien ni denostó ni descalificó, desvelando que las relaciones entre ellos son educadas -hay dice que en privado son afectuosas- y que le había agradecido que le hubiera llamado dos veces con motivo del reciente accidente de helicóptero de Móstoles, pueblo cercano a Madrid. Fue un cumpleaños relajado y feliz, tras semanas de zarandeo a la conmemorada Constitución, tanto por defenderla como por preguntar contra quién sabiendo todo el mundo la respuesta.